Varios estudios inciden en la importancia de consumir frutas y verduras, no solo por su importancia en la salud física sino por su incidencia en la salud mental. Tanto es así que uno de esos estudios, llevado a cabo en la Escuela de Medicina Warwick, llegaba a cifrar en cinco piezas la medida para alcanzar un buen grado de bienestar, si bien se había observado que con 7 se daban mayores picos de felicidad.
Eliminar azúcares refinados industriales (bollería, bebidas azucaradas, etcétera) y grasas trans (ácidos grasos insaturados cuyo exceso aumentan los niveles de colesterol en sangre), controlar el uso de estimulantes tipo cafeína y teína, disminuir la sal y llevar dietas basadas en productos naturales y, a ser posible, vegetarianas facilitarían la sensación de paz y tranquilidad y con ellas la felicidad: «Esto entrona con la sabiduría ancestral de la mayoría de las tradiciones culturales», afirmaJavier García Campayo, psiquiatra del Hospital Miguel Servet y miembro de la Sociedad Española de Psiquiatría.
Con todo, y aunque ayuda, nadie duda de que la nutrición no es el único elemento que regula nuestro estado de ánimo: «De hecho, son más importantes y mucho más relevantes los factores psicológicos como la personalidad o el estilo de afrontamiento de una persona». Pero una ayuda extra siempre es bien recibida.
Campayo explica que aunque el peso de la alimentación en la salud mental ‘es limitado’, se recomiendan dietas sanas y comer con moderación –el exceso se asocia aparte de a obesidad, a menores rendimientos cognitivos, baja autoestima, etcétera–. Con todo, para prevenir enfermedades mentales el doctor García Campayo asegura que «tiene mucho más peso el ejercicio físico, la relajación y aún mejor la meditación, aprender técnicas de resolución de problemas, aprender a sonreír con frecuencia y tener sentido del humor y conocer habilidades de reestructuración del pensamiento, una técnica de psicoterapia cognitiva».
Adictos al azúcar
Aunque los estudios sobre la relación entre emociones y alimentos no son sencillos de hacer por la velocidad de los cambios emocionales a lo largo del día y la acción lenta de la dieta, se sabe que hay elementos que producen emociones negativas: «En general, suelen ser azúcares refinados industriales que producen importantes variaciones en los niveles de glucosa del individuo».
Por ello, en los momentos en que nos sentimos cansados, física o psicológicamente, lo cual suele asociarse a niveles bajos de glucemia, estos alimentos producen una subida rápida de glucosa que identificamos con una gran sensación de energía que resulta placentera y que tiene cierto poder adictivo porque «al final aprendemos a identificar esa sensación de energía con esos alimentos y se produce la adicción», explica.
Algo similar sucede con las bebidas energéticas, que suelen contener cafeína u otros estimulantes, y que producen un efecto parecido. «En ambos casos es un efecto engañoso porque el aumento de energía se produce únicamente a corto plazo. Como tenemos la sensación de estar tonificados en vez de descansar nos seguimos exigiendo actividad física e intelectual y el cansancio es cada vez mayor. Si nos exigimos actividades de riesgo (manejar maquinaria pesada, conducir...) hay un gran peligro de accidentes porque pensamos que estamos más despiertos o activos de lo que realmente estamos», afirma Campayo.
Para relajarse
Por eso mismo, en época de estrés se recomienda eliminar estimulantes (cafeína, teína, bebidas con cola o con carbónico), controlar el consumo de azúcar industrial y de sal (conservas, salazones) y evitar grasas trans (comida basura principalmente).
«Para estar más relajado se recomiendan dietas vegetarianas. Tradicionalmente se han asociado a más tranquilidad y mejor concentración. Además, también hay algunos estudios que demuestran que se asocia a menos dolor en enfermedades que cursan con dolor crónico (como fibromialgia, entre otras)», señala García Campayo.
En general, estas dietas basadas en vegetales se han asociado a mejor calidad de vida, mayor longevidad y menos enfermedades. Sin embargo, es difícil llegar a conclusiones definitivas, tal y como indica el experto, porque por regla general «los vegetarianos suelen también hacer más ejercicio, no consumen drogas y llevan una vida más ordenada, factores que lógicamente también se asocian a mejor salud física y psicológica», puntualiza el doctor.