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A régimen militar

Recuperar la forma y deshacerse de los kilos se convierte en un reto más sencillo en un ‘bootcamp’, campamentos militares para poner firmes cuerpo y mente

26.02.13 - 10:52 -
A régimen militar
Los 'bootcamps' enseñan a practicar ejercicio físico. Foto: Asgard.

Uno de los propósitos de enmienda más repetidos, y más antes de la Semana Santa, consiste en perder peso, mejorar la alimentación, acudir al gimnasio que uno paga mensualmente y cuidar el cuerpo. Otra cosa muy distinta es pasar del dicho al hecho.

Para que nadie tire la toalla, han llegado a España los ‘bootcamp’, una herramienta importada de Estados Unidos y Canadá que se está imponiendo también con fuerza en Europa, porque representa el punto de transición, de reiniciarse, que cualquier persona que desee cambiar su cuerpo puede necesitar.

Los ‘bootcamp’ son campamentos militares adaptados para cualquier civil y utilizan la disciplina y las técnicas de autoestima de los entrenamientos castrenses para sacar las fortalezas de cada persona. Trabajan con estrategias de esfuerzo y ensalzan la recompensa personal de superar hora a hora los obstáculos. Será precisamente esa superación personal la que acerque el lejano reto de cambiar el cuerpo.

Flexiones, dieta, órdenes y agujetas

Como reto, puede parecer demasiado inabarcable, pero los ‘bootcamp’ están adaptados a cualquier público, tenga la forma física que tenga, y parten siempre de un riguroso control sanitario.

Para que los sacrificios resulten más llevaderos, el campamento Asgard ha buscado el marco incomparable del Parque Nacional de Sierra Nevada, en Granada. Además, sus responsables se han asociado con el Balneario de Lanjarón para, tras superar la disciplina de los militares de operaciones especiales, ofrecer a sus usuarios los mimos necesarios para vencer el cansancio sumados a los beneficios de sus aguas mineromedicinales.

El campamento Asgard

El campamento Asgard de Lanjarón es el primer ‘bootcamp’ asociado a un balneario y ofrece un cuidado minucioso de la salud, aunque la estancia no solamente tendrá esa parte placentera de los masajes.

Su director, Antonio Cabezuelo, se ha formado como militar en operaciones especiales y se lanza a esta aventura con la mayor de las firmezas castrenses: «Una semana en el campamento no hace milagros, no va a salir nadie de aquí con veinte kilos menos, pero será el punto de inflexión en su vida para cambiar sus hábitos y recuperar su forma física», explica.

El primer paso hacia esa nueva vida con menos kilos y más resistencia física dentro de Asgard está frente a la puerta de Pilar Rodríguez, la médico responsable del Balneario de Lanjarón. Ella se encarga de las pruebas iniciales, quizá las más dolorosas de todo el proceso.

Para empezar, Rodríguez enfrenta al usuario del ‘bootcamp’ a la báscula. La doctora se encarga de realizar una revisión completa del peso, la estatura, las medidas y los hábitos de alimentación, la masa corporal y un estudio antropométrico personalizado. «Hay un punto en el que la mayoría de los usuarios dicen eso de hasta aquí hemos llegado y para eso estamos nosotros. Hay que fomentar los hábitos saludables siempre desde un control médico y ayudarles a empezar a hacerlo bien para que luego puedan seguir sin nuestra ayuda», explica.

Es como aprender a montar en bici, en Asgard te enseñan a hacerlo y, durante una semana, te entrenan hasta que pueden quitarte las ruedecillas pequeñas de apoyo y uno sale montando solo.

El día de entrenamiento empieza casi con el amanecer en un paraje lleno de vegetación. Pero la parte idílica irá desapareciendo con los circuitos de saltos, las flexiones y las carreras, pero la foto inicial resulta alentadora. «Lo primero que hacemos es darles aguas minerales en ayunas, en un pequeño ‘chupito’, y unos batidos de frutas elaborados en el Balneario para que tengan la energía suficiente», explica el responsable de Asgard.

‘Coach’ deportivo

En el entorno del Balneario está el campo de entrenamiento. Cabezuelo se ha rodeado de compañeros militares aún en servicio, licenciados en INEF, expertos en artes marciales, un ‘coach’ deportivo y mucho talento. Y aunque parece de película, los neumáticos usados forman un circuito, las vallas se distribuyen por el campo de entrenamiento y empieza la batalla contra los kilos y esa grasa que sobra.

La recompensa llega antes de la cena con una hora de balneoterapia que permite recuperar el tono de los músculos, combatir las agujetas y, especialmente, ofrece una paz y una relajación irrenunciables después de tanto esfuerzo.

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