Después de varios años en que se despide más gente que la que se contrata, en medio de recortes presupuestarios y con mayor carga de trabajo sobre los que siguen empleados, se desarrolla un síndrome entre los trabajadores, conocidos como “burn-out”, o en el español de toda la vida: “quemados”. El hartazgo al trabajo se acompaña de otros síntomas como agotamiento, cinismo e ineficacia. Los empleados que alguna vez se mostraron ambiciosos y llenos de energía, ahora tienen menos disponibilidad y sus resultados son de menor calidad. ¿Le suena familiar esta situación?
Objetivo: afrontar el estrés laboral
Ante el aumento de los trabajadores “quemados”, los investigadores de la Universidad de Zaragoza, Jesús Montero-Marín, de la Facultad de Ciencias de la Salud y del Deporte del campus de Huesca, y Javier García-Campayo, del Departamento de Medicina, Psiquiatría y Dermatología, han dirigido un estudio para establecer las estrategias que usan los afectados para afrontar el estrés laboral crónico.
Basados en los resultados con una muestra de 429 profesionales, se definieron tres tipos de “quemados”:
1. Frenético: presenta sentimientos de sobrecarga debido a las exigencias o compromisos de su trabajo. Intenta superar su malestar mediante el “desahogo emocional”, así como con intentos por resolver el problema, lo que podría explicar por qué las personas que sufren este tipo de burn-out, a menudo, continúan siendo bastante productivas”.
2. Desgastado: se comporta de manera negligente y se da por vencido ante cualquier dificultad. Afronta el problema descuidando o abandonando las responsabilidades de su puesto de trabajo cuando tienen que enfrentarse a algún problema o dificultad, lo que se conoce como “desconexión conductual”.
3. Sin-desafíos: tiene la sensación de falta de desarrollo personal en su puesto de trabajo. Utiliza el distanciamiento o distracción como defensa, lo que se conoce como “evitación cognitiva”, aunque también recurre tanto al desahogo emocional como a la desconexión conductual.
Publicada en la revista Plos ONE, “los resultados de este trabajo representan un punto de partida para reconocer a quienes verdaderamente padecen el síndrome, tratando de identificar qué tipo de sentimientos les acompañan, así como la forma mediante la cual tratan de hacer frente a su situación, lo que, sin duda, redundará en el desarrollo de intervenciones preventivas y de tratamiento sobre los afectados”, afirman los investigadores.