Los problemas tienden a estallar en estas fechas
Hay personas que quieren broncearse en la orilla del mar. Muchos buscan saciar sus intereses culturales. Otros se lanzan sin miedo a la aventura y algunos vuelven a sus raíces para reunirse con los suyos y recordar viejos tiempos.
El verano ha llegado y con él, las vacaciones tan deseadas por estudiantes y trabajadores. Un momento para desconectar y dejar a un lado las preocupaciones diarias. Aunque no en todos los casos se consigue.
Los días que justo preceden al comienzo del descanso estival son normalmente un momento de sobrecarga de trabajo extraordinaria para dejar finiquitados los temas que no se van a poder atender a lo largo de las próximas semanas y antes necesitan una solución.
El psiquiatra José Mariano Galletero reconoce que muchas personas llegan a este tramo «con un importante cuadro de agotamiento físico y mental», que les hace creer que están «prácticamente al límite».
«En personas con rasgos neuróticos desadaptativos, la proximidad de una nueva situación les supone una fuente de estrés más», asegura Galletero, que forma parte del cuadro médico del Igualatorio Médico Quirúrgico (IMQ).
Pero no son los únicos. Los cada vez más habituales adictos al trabajo no consideran las vacaciones como «un periodo de descanso, de carga emocional o de recuperación », sino comotodo lo contrario e incluso algunos «no saben qué hacer».
¿Cómo se puede evitar esta situación?
El psiquiatra sostiene que hay que habituarse de una forma paulatina y evitar los cambios bruscos tanto de horarios como de actividades.
De esta manera, el experto desaconseja partir de viaje justo el día después de tomar las vacaciones. Siempre es mejor descansar un par de días antes de empezarlas para así poder llegar «un poco más relajados a nuestro destino».
«Es difícil desconectar al cien por cien de lo que hacemos durante el resto del año. Uno no deja de ser quien es, con su trabajo y sus asuntos personales, por estar de vacaciones », admite Galletero.
La realización de actividades diferentes a las habituales «pone en funcionamiento otros grupos neuronales, aunque entra dentro de la normalidad pensar en nuestros problemas cotidianos».
Más aún ahora que las nuevas tecnologías han construido un nuevo estilo de vida, por el que nos tienen controlados a cualquier hora y donde sea.
«Se han creado esquemas cognitivos diferentes. Ahora, si alguien no lleva el teléfono móvil tiene la sensación de que sale medio desnudo a la calle y que está ilocalizable y desasistido», considera.
Por esta razón no son pocos los que ven sacrificadas parte de sus vacaciones por atender temas que, en otra época, bien podrían haber esperado a la vuelta a la oficina.