Los robots permiten una interacción social sencilla y predecible, lo que reduce el estrés y la presión en los niños con Trastorno del Espectro Autista (TEA). Y usar en las terapias humanoides programables de 58 centímetros de altura, especialmente diseñados para la interacción con las personas, podría dría beneficiar para mejorar la comunicación social de niños autistas.
Con esta finalidad, la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana (FISABIO), la Universitat Jaume I (UJI), los departamentos de Salud de La Ribera y Manises e IDINEA (Instituto de Diagnóstico e Investigación de Niños con Espectro Autista) han puesto en marcha un proyecto de investigación que evalúe la eficacia de las terapias asistidas con este tipo de robots en niños con TEA. Hasta ahora no se ha comprobado su eficacia de forma sistemática en un laboratorio, pero se cree que beneficiaría a los pacientes en cuanto a sus habilidades sociales, comunicativas y cognitivas, y se podría reducir el riesgo de los síntomas secundarios, como la agresividad o irritabilidad.
Este proyecto, dirigido por un grupo pluridisciplinar con amplia experiencia en robótica y el diagnóstico y terapia del autismo, será dirigido por el doctor Enric Cervera Mateu, del Laboratorio de Robótica de la UJI, junto a María Celeste González, directora el equipo IDINEA, y las doctoras Josefa Juan Martínez y María Isabel Cabezudo, investigadoras principales de La Ribera y Manises respectivamente.
El estudio durará 9 meses, y se realizará con niños con TEA de edades comprendidas entre los 4 y los 7 años, quienes recibirán sesiones semanales de terapia con seis robots, que disponen de dispositivos que activan el reconocimiento de imágenes y voz. También están equipados con un sintetizador de voz para comunicarse en lenguaje natural y pueden realizar una gran variedad de movimientos, como caminar, realizar gestos con los brazos, mover la cabeza o coger objetos.