Se sabe que las células del cáncer necesitan de la glucosa, un tipo de azúcar, para poder desarrollarse y multiplicarse rápidamente. Este consumo de calorías para la división súper acelerada de las células cancerosas se conoce como efecto Warburg, y fue descrito en 1927, pero desde entonces no se había podido conocer por qué la célula sana pasa de consumir energía equilibradamente, a este desfase.
Recientemente, una investigación, publicada en Nature Communications, descubre que en el 25% de los tumores humanos existe un “exceso del receptor de glucosa en la cara externa de su membrana celular y esta proteína actúa como un imán atrayendo toda la glucosa que, desde el torrente sanguíneo, pasa cerca del tumor”, lo que significa un indicio importante para poder entender el proceso cancerígeno y continuar los estudios.
Un cáncer adicto a la glucosa
"Estábamos buscando genes que no funcionaban en las células tumorales y encontramos uno alterado, pero desconocíamos cuál era su función”, explica uno de los autores del artículo, Manel Esteller, director del Programa de Epigenética y Biología del Cáncer del Instituto de Investigaciones Biomédicas de Bellvitge (IDIBELL), investigador ICREA y profesor de Genética de la Universidad de Barcelona. “Descubrimos que era el responsable de eliminar el exceso de receptores de glucosa. Así lo que ocurre es que se inactiva el gen que debería degradar al receptor de glucosa en condiciones sanas y, al dejar de hacerlo, ese tumor presenta una súper activación de este receptor que capta todas las moléculas de glucosa de su alrededor y las usa para obtener energía rápida para proliferar. Es un cáncer que se ha vuelto un adicto a esta molécula calórica".
Bajo el título de “Associated Defect in the Degradation of SLC2A1 Mediates the Warburg Effect. Nature Communications”, se explica que este estudio puede ser la puerta de futuros tratamientos contra el cáncer. "La parte interesante para futuros tratamientos es estudiar si, cuando utilizamos fármacos para combatir un tumor, se le quita esta fuente energética, el tumor muere porque no puede adaptarse fácilmente y usar otros sustratos para obtener energía para sobrevivir”, concluye Esteller.