Hay 120 millones de afectados por la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) en todo el mundo, y se prevé que sea la tercera causa de muerte en 2020. «En España hay más de 2 millones de pacientes con EPOC de los cuales una gran mayoría no están diagnosticados», señala el doctor José Luis López Campos, neumólogo del Hospital Virgen del Rocío (Sevilla). «Con frecuencia, van al especialista debido a que comienzan a sufrir una ahogo progresivo que le impide hacer la vida normal».
Los síntomas del EPOC son: dificultad para respirar, esputo anormal, tos crónica, –sibilancias sonido que hace el aire al pasar por las vías respiratorias congestionadas– y opresión en el pecho. «En ese escenario los broncodilatadores tienen un papel esencial porque al mejorar la función pulmonar hacen que el paciente respire mucho mejor, que el aire entre con mucha facilidad y esa sensación de ahogo desaparezca», dice el doctor López Campo. «El tratamiento hace probable que no se agudice la enfermedad. Estas son las dos grandes ventajas que tiene el conseguir que el paciente haga un tratamiento broncodilatador de mantenimiento». Durante un encuentro organizado por Novartis Internacional, en el marco del Congreso de la Sociedad Europea de Enfermedades (ERS), celebrado en Barcelona del 7 al 11 de septiembre, se presentaron avances en la investigación de tratamientos broncodilatadores para pacientes con EPOC. En primer lugar, se expuso la comparación de dos medicamentos, bromuro de glicopirronio y tiotropio, dentro del estudio SPARK. La conclusión fue que ambos consiguen mejorar la función pulmonar, los síntomas crónicos, el uso de medicación de rescate y la disminución de las agudizaciones. Según el doctor López Campo, uno de los ponentes del evento, el glicopirronio tiene ventajas añadidas frente al tiotropio: la rapidez de acción y su precio.
Con tabaco, no
En segundo lugar, se aseguró que la broncodilatación dual, en la que se combina maleato de indacaterol y bromuro de glicopirronio, es mejor que la utilización de un solo broncodilatador. «Se producen menos síntomas, menor uso de medicación de rescate y mejora en la calidad de vida», mantiene el doctor López Campo. La EPOC no tiene cura, pero el tratamiento continuado permite una mejora en la calidad de vida del paciente, siempre que este abandone el tabaco. «Es verdad que no solo el tabaco la produce, pues también se asocia a la exposición laboral, pero en España el 95% de los casos los produce el tabaco... En España, EPOC es igual a tabaco», mantiene el doctor López Campo.
Para el especialista, la EPOC es la enfermedad más lentamente progresiva de toda la patología respiratoria. Un paciente que empieza a fumar a los 14 años, como sucede en promedio, no sufrirá los primeros síntomas hasta superar los 40 años. Es decir, fumará durante muchos años, más de 25, hasta que empiece a tener un poquito de ahogo, de tos. Son los síntomas iniciales que se asoman paulatinamente, nunca de golpe.
«A los pacientes que acuden al médico por enfermedades asociadas al tabaco, como las cardiovasculares y el cáncer, se les debe hacer una espirometría (una prueba que mide volumen y ritmo del flujo de aire dentro de los pulmones), para comenzar un tratamiento lo más precozmente posible, algo que sabemos que tiene un impacto importante en la progresión de la enfermedad», asegura el doctor López Campo.
Sin embargo, muchos pacientes no se alarman, no visitan al médico. Al contrario, comienzan a adaptar su actividad diaria a esta desmejora del organismo.