El metoprolol, un fármaco muy barato, se conocía desde hace más de 30 años, pero un estudio reciente de METOCARD-CNIC demuestra que su administración precoz, durante el traslado al hospital, reduce de forma significativa el daño que sufre el corazón durante un infarto. Debido al gran beneficio clínico que proporciona al paciente, a su bajo coste y a la accesibilidad universal del fármaco, se prevé que su utilización cambie la práctica habitual a la hora de un infarto, en la que el paciente no recibe medicamento alguno antes de ser sometido a una angioplastia, intervención para abrir la arteria obstruida.
El estudio se realizó con una muestra de 270 pacientes con infarto, que recibieron, de forma voluntaria, metoprolol por vía intravenosa o control inmediatamente tras el diagnóstico del infarto, mientras se les trasladaba en ambulancia al hospital para someterles a una angioplastia. El resultado, publicado en la última edición de Circulation, se evaluó con resonancia magnética una semana después del infarto y se cuantificó los gramos de corazón que resultaron necrosados en cada paciente. Se demostró que los pacientes que recibieron metoprolol tenían un tamaño de infarto muy reducido comparado con los controles, algo que se asoció a una mayor fuerza contráctil del corazón.
“La resonancia magnética es una herramienta única para estudiar el tejido cardiaco, permitiendo explorar de forma exquisita la función, necrosis, estado de la microcirculación y muchos otros parámetros críticos para determinar el estado del miocardio post-infarto”, explica el doctor Valentín Fuster, uno de los dos investigadores principales del estudio.
¿Por qué ha tardado tanto en conocerse los beneficios del metoprolol? “En ocasiones, el efecto beneficioso real de estas terapias ‘clásicas’ no es totalmente conocido”, asegura el doctor Ibáñez, jefe del Grupo de Imagen en Cardiología Experimental del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) y cardiólogo del Hospital Clínico San Carlos. “La ausencia de interés comercial hace que la investigación clínica independiente en estos fármacos sea difícil de realizar”.
Un fármaco seguro
El estudio resalta la gran seguridad del medicamento pero su escaso interés comercial. “El beneficio económico para el sistema será millonario, por un gasto de menos de dos euros, en el futuro se habrán ahorrado miles de euros”, resalta el doctor Borja Ibáñez, el otro investigador principal del estudio.
Y es que el metoprolol (un fármaco de la familia de los beta-bloqueantes, usado para el tratamiento de la hipertensión arterial y otras enfermedades cardiovasculares) puede ahorrar al sistema sanitario una inversión mayor en el tratamiento posterior al infarto, ya que el metoprolol, al hacer que exista menos músculo cardiaco necrosado, hará que sean menos los pacientes que necesiten un desfibrilador implantable, que tiene un coste de más de 20.000 euros, o requerir costosos ingresos por insuficiencia cardiaca. “Cuanto mayor sea la extensión del infarto (gramos de músculo cardiaco necrosados), mayor es la probabilidad de que los supervivientes sufran en el futuro estas complicaciones”, mantiene el doctor Fuster.
Más estudios sobre el ahorro sanitario
Actualmente se está realizando un análisis de coste efectividad, que pondrá en cifras este ahorro económico que adelanta la investigación médica. Los investigadores del CNIC han podido realizar este estudio gracias a los fondos del Ministerio de Economía y Competitividad, una beca de investigación competitiva del CNIC y la distinción Severo Ochoa, obtenida en 2011 por el CNIC. Por otra parte, la resonancia magnética se analizó de forma ciega en el laboratorio central del CNIC, gracias a sus cardiólogos expertos en esta técnica, la mayoría de los cuales han sido formados en el Mount Sinai de Nueva York por el doctor Fuster, como parte de un convenio de formación científica bilateral entre el centro neoyorkino y el CNIC.
“Este proyecto coordinado contempla el análisis del efecto de metoprolol en la interacción de las plaquetas con las células inflamatorias, algo que podría explicar porque debe administrarse esta terapia lo antes posible una vez diagnosticado el infarto”, comenta el doctor Antonio Fernández-Ortiz, co-investigador del ensayo.
También participaron en METOCARD-CNIC, que comenzó en 2010, los servicios de emergencias extrahospitalarias (SUMMA112, que realizó el reclutamiento y la asignación aleatoria nacional de pacientes, 061 Galicia y SAMUR) y ha recibido ayudas accesorias del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Philips y la Fundación Mutua Madrileña, la Fundación Pro CNIC. Participaron el Hospital Clínico San Carlos, Hospital de La Princesa, Hospital 12 de Octubre, Hospital Puerta de Hierro (Madrid), Hospital Quirón (Madrid) Hospital Meixoeiro (Galicia), Hospital de León (León) y Hospital Marqués de Valdecilla (Santander).