Se llama gen ERBB4 y no es el protagonista de una película de ciencia ficción sino uno de los implicados en la esquizofrenia, un desorden neurológico carecterizado por trastornos en la percepción de la realidad y un profundo deterioro cognitivo.
Aunque este trastorno se produce por alteraciones en el desarrollo neuronal y se sabe que hay varios genes implicados en él, la función de cada uno de ellos es aún desconocida.
De ahí la importancia de este descubrimiento llevado a cabo por investigadores del CSIC que ha detectado que en los experimentos con ratones en los que se silenció el Erbb4 su ausencia provocó un aumento desproporcionado de la actividad y sincronización de las neuronas excitadoras.
«Dicha alteración reproduce de forma muy precisa algunos de los cambios en la actividad cerebral que ocurren en pacientes de esquizofrenia», explica Óscar Marín, codirector de la investigación. Estos cambios han sido, a su vez, relacionados con los déficits cognitivos que caracterizan a la enfermedad.
Según Marín, «es necesario entender mejor las causas de un trastorno tan complejo como este para poder diseñar aproximaciones terapéuticas racionales, ya que sólo se podrá disponer de fármacos eficientes si realmente se conoce qué es exactamente lo que funciona mal dentro del cerebro de un paciente con esta enfermedad».