El corazón es el órgano que permite la generación del resto del embrión, porque desde las etapas más tempranas empieza a bombear sangre y oxigena al resto de órganos y permite la maduración de las células del propio corazón y de los vasos sanguíneos, con las corrientes que genera.
Pero para que se genere el corazón es fundamental que la capa externa del corazón, el epicardio que envuelve al miocardio o músculo cardiaco, se forme y funcione de manera correcta, porque le provee de nutrientes y progenitores celulares. Para comprender este proceso, investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) estudian los embriones del pez cebra para ver la creación del epicardio en tiempo real.
El pez cebra, un modelo perfecto para estudiar
El corazón del pez cebra comienza a latir apenas 24 horas después de la fecundación, un tiempo récord que facilita la observación de los biólogos. Además, es fácil mantener al embrión de esta especie acuática, con un genoma muy similar al humano, bajo un microscopio.
Se ha podido observar que para la formación del epicardio hace falta que las células de la base del tubo cardiaco, que está dentro del saco pericárdico, se adhieran a la superficie del corazón y lo recubran completamente. Si este proceso se bloquea, el embrión muere.
En el CNIC, los investigadores Marina Peralta, Juan Manuel González-Rosa y Teresa Rayón intentaron comprender cómo los progenitores celulares alcanzan la superficie miocárdica, y han logrado observar que estas células se liberan y flotan alrededor del corazón hasta que se pegan a la superficie. Se producen “corrientes” del fluido pericárdico alrededor del corazón y “contribuyen a la liberación de las células proepicárdicas y las transportan hacia la superficie miocárdica, para que una vez cerca de la misma, puedan adherirse”. Además del grupo de Nadia Mercader en el CNIC, en el estudio colaboraron los grupos de Julien Vermot (IGBMC, Francia), José Luis Gómez-Skarmeta (CABD-CSIC, España) y Agustín Zapata (UCM, España).