Cuando un hueso se ve sometido a un ejercicio de carga repetida, su estructura se fatiga y pueden producirse micro roturas muy difíciles de detectar. Por ello, muchas veces lo que se observa en la clínica es una consecuencia de estas micro roturas: una inflamación de la superficie del hueso.
Científicos del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (Cenieh) de Burgos han detectado una fractura de este tipo en un fósil de metatarso (un hueso del empeine) de un individuo adulto de la especie ‘Homo antecessor’ hallado en la Sierra de Atapuerca.
«En ese pequeño metatarso hemos encontrado un tipo de lesión ósea que se denomina comúnmente fractura de estrés o de marcha. Cuando hablamos de una fractura parece que estamos a acostumbrados a pensar en algo más violento, una partición abierta de hueso en dos partes, y en este caso se trata de una serie de micro fracturas debidas a que el hueso se ve sometido durante mucho tiempo a un ejercicio continuado que al final no es capaz de resistir y se va micro fracturando», explica la responsable del Grupo de Antropología Dental del Cenieh y experta en paleopatología María Martinón.
Por tanto, la importancia del hallazgo radica en que se trata de una patología muy difícil de identificar ya que «son fracturas microscópicas, tampoco muy dolorosas, y la mayoría de veces se curan sin dejar ni una sola marca», detalla la experta.
En este caso, los investigadores han logrado detectar la patología por la inflamación de la superficie del hueso derivada de la micro fractura.
Las fracturas de estrés o de marcha son típicas en deportistas de élite como los corredores de maratón, personas sometidas a un ejercicio continuado en el tiempo.
En el registro fósil este tipo de lesión no es nada frecuente. En concreto, solo se ha identificado una fractura similar en un Neandertal y en un individuo de la Sima de de los Huesos, también en la Sierra de Atapuerca.