![La malaria mata a un niño cada 45 segundos en África](/RC/201302/26/salud/Media/malaria--647x231.jpg)
Hay enfermedades sin apenas incidencia en los países desarrollados que, por contra, suponen una terrible amenaza aún hoy para aquellos que conviven con la pobreza. Una de estas enfermedades es el paludismo –o malaria–, que se transmite por la picadura de mosquitos infectados. Una vez en el organismo, los parásitos se multiplican en el hígado y, después, infectan los glóbulos rojos.
En el año 2009 hubo 225 millones de casos de paludismo, que causaron cerca de un millón de muertes, sobre todo en África, donde cada 45 segundos muere un niño por esta causa. Estos datos resaltan una evidencia: los pequeños, que todavía no son inmunes a las formas más graves de la enfermedad, corren un riesgo especial.
Conscientes de esta realidad, Manos Unidas persigue reducir a la mitad la incidencia de esta enfermedad entre los niños de Malawi, cuya población, en su mayoría, sobrevive con menos de un dólar al día.
La abundancia de arroyos y riachuelos de la zona permite que sus habitantes puedan subsistir gracias a la pesca. No obstante, esta circunstancia tiene otros efectos negativos, como el aislamiento de las aldeas en la época de lluvias y, con ello, la proliferación de malaria.
Medida eficaces
En esta población, las cifras de incidencia de la enfermedad impresionan: el 23% de los niños menores de 5 años muere cada año por esta causa. Ante esta realidad, se puso en marcha un plan de intervención urgente, cuyo objetivo era disminuir en dos años el índice de mortalidad infantil a la mitad, a través de charlas de concienciación y acciones concretas contra el contagio, como el reparto de mosquiteras y la fumigación de aldeas.
Entre las medidas eficaces para controlar el paludismo está el tratamiento rápido con combinaciones de medicamentos basados en la artemisinina. La adquisición de medicamentos antipalúdicos sigue aumentando rápidamente en todo el mundo, pero el total de los fondos para combatir la malaria sigue siendo muy inferior a los 6.000 millones de dólares considerados necesarios en 2010.
Por otro lado, la resistencia a los antipalúdicos se ha extendido dificultando el fruto de los esfuerzos para controlar la enfermedad. Cuando los pacientes son tratados con una sola terapia de artemisinina, pueden seguir teniendo parásitos en la sangre y estos pueden transmitirse. Así, las monoterapias son la causa principal de la propagación de la resistencia a la artemisinina.