La presencia de síntomas obsesivos no implica necesariamente que una persona padezca un trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). Las obsesiones pueden darse en personas ‘normales’, simplemente como rasgos del carácter, o bien alcanzar una intensidad muy importante y llegar a ser patológicas. Entre ambos extremos, podemos hallar no pocas situaciones intermedias. Asimismo, pueden constituir un síntoma integrante de otras patologías diferentes al TOC.
En el caso de presentar ideas obsesivas, o fuertes impulsos de realizar determinadas acciones, estimuladas por dichas ideas, la cuestión más importante a valorar es en qué medida dichas obsesiones o impulsos generan malestar en la persona y/o en otras personas de su entorno cercano.
En el caso de que dicho malestar exista, y dada la dificultad de catalogar estos síntomas de manera correcta por personas no expertas, lo mejor es ponerse en manos de un especialista (psiquiatra o psicólogo), y contarle en persona y con detalle todo el conjunto de síntomas o molestias de diversa índole que se presenten, así como responder con detenimiento, claridad y sinceridad, a las preguntas que le haga el especialista, para definir mejor a qué clase de patología (si es que la hubiese) pueden corresponder dichos síntomas. Una vez determinado exactamente cuál es el problema, se podrá abordar el correspondiente tratamiento.