La leche entera no solo contiene colesterol, también grasa saturada de origen animal, que hay que restringir (menos del 8% del total de las calorías consumidas al día), e incluso menos en presencia de hiperlipemias (elevación de las grasas de la sangre). De hecho la leche que más se vende en el mercado es la semidesnatada porque reduce la cantidad de grasa pero no retira totalmente la vitaminas liposolubles que esta grasa transporta, sobre todo la vitamina A (importante para la piel y la vista) y la D (importante para la calcificación de los huesos).