reportaje

«Los narcos causan auténticas tragedias en las familias, ¡que lo sufrieran ellos!»

Desde hace más de veinte años un grupo de mujeres de Cádiz ayuda desde una asociación a adictos a las drogas. Lola, Juana, Chari e Isabel dan su punto de vista sobre el narcotráfico, la mayor lacra criminal que azota la provincia

«Tuve que ver a mi hijo morir por su adicción pero nunca lo dejé solo... solo lo dejó la administración porque los dan por perdidos»

Juana, con 82 años, colabora en la asociación como voluntaria para ayudar a personas con adicciones. Su hijo falleció cuando tenía 39 años. Antonio Vázquez. VÍDEO: mARÍA ALMAGRO
María Almagro

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En la segunda planta de un edificio en pleno barrio de Segunda Aguada de Cádiz existe un lugar donde los prejuicios hay que dejarlos fuera antes de entrar. No vale lo que lleves encima, lo que pienses porque la vida te ha ido de una u otra forma. Una vez que llamas a la puerta y te reciben la realidad se impone. Allí, en una pequeña oficina, hay unas mujeres que desde hace años están dispuestas a escuchar, a atender, a dar la mano a quienes se la han rechazado muchas otras veces. «Una sonrisa enriquece a los que la reciben sin empobrecer a quienes la dan», se lee en uno de tanto carteles que llenan este espacio, que se lucen en sus paredes y que sirven como un mensaje de esperanza, como terapia, para los que pasan por allí.

Pero sobre todo, en este lugar hay un punto en común. La voluntad. La que tienen Lola, Chari, Juana e Isabel y todas las que forman parte de Afedu, la Asociación de Familiares de Enfermos Duales, que asiste a personas que sufren adicciones, o, como ellas insisten, «enfermos» porque, repiten, «la adicción es una enfermedad cerebral», sostiene la presidenta de la entidad Lola Callealta.

Porque precisamente bajo esta idea nació hace más de veinte años este colectivo de ayuda: con el firme propósito de seguir las pautas de expertos médicos, psiquiatras que han certificado el origen de estos comportamientos en sus estudios sobre este tipo de patologías mentales. Y así desde Afedu intentan hacerlo entender a la sociedad, al sistema. Luchar para que, entre otras cosas, a los adictos se les dé la asistencia clínica que necesitan, la que les corresponde, y que durante mucho tiempo se eliminó del sistema público y, en la actualidad, padece todavía de grandes carencias y de efectividad real.

«Hay que desterrar los estigmas sobre la drogadicción, hay una buena parte genética incluso, y otros factores que afectan a estas personas para que consuman sustancias. Lo sufre aquel que tiene esa predisposición porque no tiene la capacidad para afrontar ningún problema de la vida. Es cierto que hay muchos grados y situaciones diferentes, pero es así».

Y además es que estas mujeres, que no reciben absolutamente nada por esta labor altruista que desempeñan, no están adscritas a subvenciones ni ayudas, rechazan significarse con cualquier color político porque no buscan ninguna otra recompensa que no sea ayudar a los demás. Ellas saben lo que es. Lo han vivido de alguna manera de cerca y algunas, en sus propias casas. En su familia.

Historias reales

Juana peina los 84 años. De la Barriada de la Paz tuvo que ver como su hijo desde muy pequeño tomaba un camino que acabó por terminar con él. Era adicto al alcohol y a las drogas y falleció a los 39 tras una vida de dependencia. Su madre hizo todo lo que pudo. «Lo llevaba a todos sitios para que le ayudaran pero nadie quería... lo daban como alguien que ya estaba perdido. Esto es para quien lo vive...», cuenta Juana con una mirada increíblemente amable, cercana y sorprendentemente serena.

«De vez en cuando se fumaba un porrito, alguna vez le daría a la heroína. Como madre lo pasas muy mal. Nosotros no éramos una familia desestructurada ni nada de eso... te vuelves loca. Luché por él. Iba a buscarlo al bar donde se drogaba, de noche, a la hora que fuera... me decía que ya venía a casa pero era mentira... su padre me repetía: 'acuéstate y ya pasará lo que sea'. Al llegar formaba o no formaba bulla, por lo que le diera, pero no era malo. Tuvo incluso su trabajo. Era carnicero. Yo nunca lo dejé solo. Lo llevé hasta a un centro de Galicia, pero, nunca, jamás, encontramos en ningún momento el respaldo de la administración... miraban para otro lado, lo daban como alguien perdido y yo no podía más».

«Llevé a mi hijo hasta un centro de Galicia, donde fuera, pero no... nunca encontré apoyo de la administración»

Y así años... y tirando de dos hijos más y de una casa, pero con el yugo de querer hacer y no poder. Y encima, verle irse. Pero en vez de morir ella en lamentos, decidió que su experiencia y su dolor y sus ganas de ayudar a otras madres podría servir y valerle. Eso le llevó a la asociación donde es todo un referente. Se convirtió en una de esas 'locas' -«como nos han llamado»- de pedir al sistema que se implique.

«El 12 de febrero de 2019 se publicó en el BOJA que la adicción volvía al sistema sanitario». Lola recuerda esa fecha como si fuera un mantra. Porque llegó gracias en gran parte a sus reclamos, unas demandas que también pudieron hacer oír con el apoyo de la federación antidroga Nexos, que preside el valiente activista Paco Mena. «Su trabajo es inconmensurable. Muchos de estos enfermos están vivos gracias a él, gracias a todos ellos».

Y así, paso a paso, poco a poco, pero con la misma o más fuerza desde que empezaron han ayudado a 200 familias de la provincia de Cádiz que tienen enfermos duales, adictos. Gente que no encontraba salida y que, junto a ellas y al resto de voluntarias, han podido hacer terapias, acudir a centros, recibir consejos sobre trámites para que se les incluya en el sistema, y hasta recibir asistencia o ayuda a domicilio cuando ha surgido alguna emergencia. «Vamos donde haga falta. Sabemos lo que es eso».

«Hace falta ayuda»

Chari es otra de estas voluntarias que ha visto con sus ojos esta lacra desde bien joven. «Vivía en el barrio del Cerro del Moro -el de antes de la vía- y allí yo he visto a chavales morir con la jeringa puesta todavía», cuenta con absoluta crudeza y sinceridad. «Empecé con un primer contacto con la asociación y al final me ha quedado como voluntaria porque de verdad que hace falta ayuda. Mucha... de verdad», respira y continúa. «Yo aquí llegué sin saber del todo. Para mí los adictos eran personas sin vergüenza, que destruían a las familias, pero he aprendido que no son toxicómanos, que prefiero llamarles adictos y enfermos... hay muchos casos pero ahora veo un chaval y sé de qué va, sé porque está ahí».

De la misma forma se pronuncia Isabel, otra de estas mujeres comprometidas con la causa y con la idea de poder buscar una salida a quien no la encuentra y a sus familias. Y concienciar sobre cuál es el problema, una vez que ya está, y poder dar con alguna solución. El lamento sirve de poco aquí. «Mira, pasa lo que pasa y es difícil que acabe algún día, así que... hay que hacer hospitales para estos enfermos que necesitan ingresar, que necesitan un seguimiento, un tratamiento. Pero eso cuesta dinero y el Gobierno no está dispuesto a ayudar. Los dan por perdidos y así es más fácil, cuando eso no es así».

antonio vázquez

Y quienes más rédito le sacan a las adicciones son quienes trafican con ella. Cádiz es actualmente la provincia de España donde operan un mayor número de organizaciones criminales dedicadas al narcotráfico. Puede sonar escandaloso pero pensándolo de manera global es así. Porque aquí, al ser frontera sur de Europa, se mueve un mercado muy diverso. Desde el tabaco de contrabando de la Verja, al hachís que entra en narcolanchas procedente de Marruecos, a las toneladas de cocaína en contenedores por el puerto de Algeciras, a la marihuana que aprovecha este clima para los nuevos macrocultivos o plantaciones indoor y, ahora peligrosamente al alza, la entrada del Guadalquivir hasta la Península donde ya alijan también bandas criminales extranjeras.

Una realidad que viven de manera muy sensible estas mujeres que ven a a diario lo que todo ello provoca. Aunque su esperanza sobre el fin de esta lacra es poca. Más bien realista. «El narcotráfico no desaparecerá, es un negocio. Las consecuencias las pagan los enfermos que terminan en cárceles, muertos en la calle... mientras que los narcos destruyen familias, a padres, madres, hijos, negocios... lo destruyen todo. Pero jamás se podrá quitar porque ese negocio es tan grande que va desde abajo y llega muy arriba, al poder», dice Chari, transparente.

Y refuerza Lola: «Seguirá pero el problema es cómo llegan a enganchar y ensuciar a tanta gente. Recuerdo a un chico que estaba parado y le llevaron para que pescara, le enseñaron un barco y le prometieron que le darían ese trabajo. Acabó en prisión porque pusieron el barco a su nombre y lo usaron para traficar». O las maniobras para endeudarlos y que entren en ese bucle sobre ajustes: «A veces quieren consumir y no tienen dinero... entonces, los traficantes se aprovechan y a cambio de darles la droga los usan para que la lleven a otros o para que la guarden y, claro... así acaban».

La charla continúa. Este problema no es nuevo y, como dicen, irá cambiando pero, con toda seguridad, seguirá. Hablan sobre el necesario apoyo a policías y guardias civiles, sobre el trágico suceso de Barbate, sobre cómo la justicia tiene que dar un paso adelante más convincente y cómo al final todo ello, de una u otra forma, termina perjudicando a los más débiles. A los más vulnerables.

«- Y ahora Juana, ¿qué le diría a un narco? Pues... muchas cosas... que vea lo que se sufre, que lo pase él y su familia y si ya lo han pasado, que no lo entiendo, de corazón... que el dinero no es todo y se padece mucho. Muchísimo».

AFEDU (Asociación de Familiares de Enfermos Duales)

Centro Municipal Hermanas Mirabal, Plaza Real Hospital de la, Av. Segunda Aguada, s/n, Cadiz

Teléfono: 956 07 28 97 / 627 534 481

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