Cádiz

Diego, Joaquín, Juan Manuel, Ángel, Antonio, Juan José, memoria para los policías gaditanos que fueron asesinados por ETA y los GRAPO

Día de las víctimas del terrorismo en la Policía Nacional

Desde 1974 hasta 1992 murieron a manos de los terroristas ocho agentes del Cuerpo Nacional del Policía nacidos en la provincia. Tiroteados o con bombas trampa fallecieron en acto de servicio y algunos de ellos, tras ser vigilados

Día de las víctimas del terrorismo en la Policía Nacional en Cádiz: «Su recuerdo debe estar siempre presente en nuestra memoria»

De arriba a abajo y de izquierda a derecha, Diego del Río, Joaquín Ramos, Juan Manuel Román, Ángel Postigo, Antonio Gómez, Antonio Ligero, Juan José Sucino y Juan Manuel Helices, policías nacionales asesinados por ETA y el GRAPO. LA VOZ
María Almagro

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A cientos de kilómetros el dolor y la rabia por la muerte injusta a manos de ETA o de los GRAPO se pudo sentir también durante años en Cádiz. De esta provincia eran ocho de los 188 agentes de la Policía Nacional que fallecieron en acto de servicio entre 1968 y 2015 asesinados por la banda terrorista.

Este miércoles se les recordaba en los actos del Día de las víctimas del terrorismo en la Policía Nacional que se ha celebrado por primera vez y que tiene por objeto mostrar «reconocimiento y gratitud, así como preservar y mantener viva su memoria».

Y cumpliendo justamente con esa memoria se puede hacer hoy un repaso de esos policías que cayeron de manera atroz y que tuvo el primero de estos nombres propios en Diego del Río Martín, nacido en Algeciras en el año 51. Fue en 1974 cuando, destinado en Barcelona, prestaba servicio con un compañero en la pagaduría del Hospital del Valle Hebrón. Media hora antes habían llegado empleados de un banco para pagar las nóminas del personal. Fue entonces cuando cinco miembros del GRAPO mezclados entre los trabajadores de la residencia abrieron fuego con pistolas y metralletas contra los agentes hasta que cayeron gravemente heridos, para después apoderarse del dinero de los salarios y emprender la huida. Ambos policías fueron ingresados e intervenidos en el hospital, pero Diego falleció a consecuencia de las graves heridas sufridas.

La tragedia continuó en el Cuerpo de procedencia gaditana cuatro años después. El oficial de Policía Joaquín Ramos Gómez fallecía el 5 de marzo en Vitoria (Álava). Nacido en Sevilla en 1952 aunque desde pequeño criado en Jerez, había ingresado en el Cuerpo de la llamada Policía Armada tan solo unos años antes. Fue destinado a Vitoria.

Fue allí cuando aquel día miembros de ETA esperaron la llegada de una patrulla de la Policía Nacional y armados con fusiles dispararon más de cincuenta balas contra el jeep en el que viajaban, asesinando a tres de los agentes e hiriendo a otros dos, que se encontraban de servicio en el barrio de Zaramaga. El cabo de la patrulla salió ileso y en medio de la conmoción pudo llegar hasta una cabina de teléfono para pedir ayuda. Joaquín, que fue alcanzado por varios disparos, falleció poco después en el hospital mientras le intervenían quirúrgicamente. Estaba casado. Sus restos mortales descansan en Jerez donde vivió la mayor parte de su infancia.

Tras esta pérdida, los asesinatos siguieron en la década de los 80, la más cruenta de la banda. Así en su primer mes, en enero de 1980, moría asesinado en Basauri (Vizcaya), Juan Manuel Román Moreno. También oficial de Policía.

Juan Manuel había nacido en Rota e ingresó con 20 años en el Cuerpo de Policía Armada. Estaba destinado en la Compañía de Reserva General con base en Logroño y se encontraba destacado en Vizcaya reforzando los efectivos de esa provincia. Formaba parte de una dotación de vehículos policiales que habían escoltado un camión de la factoría de Altos Hornos de Vizcaya que se encontraba en huelga. Cuando regresaban a Basauri, un vehículo obstaculizaba la circulación y en ese momento al menos seis miembros de ETA apostados en un monte acribillaron a tiros a la dotación, causando la muerte de Juan Manuel e hiriendo a otros cinco compañeros.

La violencia contra estos inocentes continuaría meses después con otro gaditano. En este caso, Ángel Postigo Mejías, nacido en La Línea en 1956. Fue el 15 de junio en Pamplona (Navarra). Ángel había acudido esa mañana a visitar a su abuela. Al salir del domicilio, se dirigió al automóvil aparcado junto a la casa. Cuando se disponía a abrir la puerta, un hombre y una mujer le acribillaron a balazos. Los terroristas estaban sentados en un banco cercano leyendo el periódico y se levantaron cuando vieron que el agente se acercaba. Más tarde se supo que había sido sometido a vigilancia por un menor de edad por encargo de ETA. Estaba casado y tenía un hijo de cinco años.

El 26 de marzo de 1982 caería en acto de servicio el policía de Bornos Antonio Gómez García. Había ingresado en 1980 en el Cuerpo (ya) de Policía Nacional y fue destinado a San Sebastián. Era escolta del delegado de Telefónica y le acompañaba desde su casa a la sede de la compañía cuando ambos fueron alcanzados por los disparos de dos etarras que se acababan de bajar de un vehículo. Antonio ingresó en el hospital en estado de coma por el atentado y murió cuatro días después. Estaba casado y tenía un niño pequeño.

Esta lista negra y trágica siguió en 1987. El 6 de agosto en Armentia (Álava) moría en otro atentado el policía Antonio Ligero Hec. Nacido en Conil de la Frontera en 1956 había ingresado en el Cuerpo de Policía Armada en 1979. Pertenecía a la IV Compañía de la 56ª Bandera de la Policía Nacional con sede en Vitoria.

Eran las fiestas patronales y dos coches patrulla estaban llegando a Armentia cuando al pasar por una curva estalló un coche en el que terroristas de ETA habían colocado una bomba. Fue accionada al paso de los vehículos y la explosión alcanzó de lleno al segundo causando su muerte y la de otro compañero. También resultó herida por metralla una mujer.

Otro agente gaditano asesinado fue Juan José Sucino Ibáñez. El 18 de diciembre de 1989 en el Prat de Llobregat (Barcelona). Nacido en San Fernando en 1958 era policía nacional desde 1979. Estaba destinado en la Comisaría Sur de Barcelona.

Acompañado de su suegro montó en su coche para ir a trabajar, que estaba aparcado a escasos metros de su vivienda. Cuando se disponía a poner en marcha el vehículo se situaron junto a la ventanilla dos miembros del GRAPO que le dispararon cuatro veces a quemarropa con una pistola y un revólver. Falleció por los disparos recibidos. Estaba casado y tenía tres hijas, la más pequeña de mes y medio.

El último fallecido a manos de la violencia etarra fue Juan Manuel Helices Patino. Ocurría el 23 de abril de 1992 en Irún (Guipúzcoa). Nacido en Rota en 1958 había ingresado en el Cuerpo en 1981. Estaba destinado en la Unidad de radiopatrullas de la Comisaría de Irún. Fue ese día cuando prestaba servicio en un coche camuflado de Seguridad Ciudadana que procedía a identificar a unos sospechosos. Se acercó a solicitar la documentación a dos jóvenes y sin mediar palabra uno de ellos sacó un pistola y le disparó en la cabeza. Los dos terroristas se dieron a la fuga y Juan Manuel falleció pocas horas después en el hospital. Estaba casado y tenía dos hijos.

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