DUELO PERINATAL
El dolor de despedir a un hijo antes de nacer
Cuando un bebé muere pocos días antes de llegar al mundo, el apoyo del entorno y de los sanitarios es fundamental para aceptar y no cronificar el daño de la pérdida
El dolor nada tiene que ver con los kilos de peso ni con los recuerdos que se construyan en un determinado período de tiempo. Cuando hablamos de muerte se usan infinitos eufemismos. Se transforma en un tema tabú y, en muchos casos, en un asunto ajeno de quienes lloran por la pérdida de un ser querido. Si a todo esto se le suma el fallecimiento de un bebé en período neonatal o gestacional, conlleva una doble carga.
El duelo perinatal existe, y ya se sabe que todo aquello que no se nombra tiende a ser minimizado y desautorizado. Pretender huir yéndose a una vida paralela es no aceptar lo que ha ocurrido, que es que ha habido una muerte.
A propósito, nace la Asociación Matrioskas, donde se abordan todos aquellos proyectos de vida que se quedaron en propósitos truncados e ilusiones que se desvanecieron en el vientre de una madre. Son matronas y profesionales sanitarios que le tienden su mano a estas familias con impotencia por no ofrecerles a sus hijos e hijas con vida. Matrioskas es, en definitiva, un espacio de apoyo y sostén. Un refugio donde acudir cuando el mundo se detiene.
La comunidad nació en 2019 en el hospital de Jerez y la forma de canalizar esos duelos y dar entidad al proceso hizo que aterrizara en Cádiz de la mano de Aroa Vaello, actual presidenta y matrona en el Hospital Puerta del Mar. «El cimiento del duelo perinatal es entender que lo que tenemos delante no es una paciente, es una mujer que acaba de tener un nacimiento con la diferencia de que su hijo no va a llorar. Tendemos a mirar hacia otro lado. No sé si es porque a los profesionales nos hace daño o no sé. Pero hay que entender que aquí hay una familia que acaba de perder a un hijo, que es lo que más que queremos en este mundo. Da igual el tiempo que haya vivido dentro de nosotros», explica.
En Matrioskas introducen el duelo desde cualquier semana de gestación, no se tienen en cuenta las circunstancias, la presión que puede haber detrás, si se ha recurrido a tratamiento de fertilidad u otras situaciones. La presidenta asevera que «le damos mucha importancia a la creación de recuerdos. Desde recoger un mechón de pelo, el cordón umbilical hasta la pulsera que le identifica al nacer. Cualquier ritual que a las familias les sirva para que no parezca que no ha pasado nada. Ha pasado. Y mucho».
Alrededor de un centenar de familias han formado parte de la asociación en estos cuatro años. Hay quienes no son socios, pero la entidad le sigue acompañando. Se trata de una iniciativa necesaria para complementarle en este proceso largo, en el que se camina sola muchas veces. «El duelo comienza cuando quieres ser madre y no lo consigues. Y hay que hablarlo y entender ese idioma. Lo más fácil es decir «ya llegará otro», pero la realidad es que puede que llegue o puede que no. Por eso este duelo es tan complicado», asegura la matrona.
Hay veces que llaman a abuelas, maridos, amigas. Porque en Matrioskas no sólo llegan madres que recientemente han perdido a sus hijos. Aroa Vaello comenta que «me gusta que lo entendamos como las familias porque si yo trabajo solamente con la mujer me quedo ahí. Pero cuando yo consigo hablar con la pareja van a ir al mismo tiempo en el duelo. Y si puedo hablar con la abuela mejor. Es una manera de sobrellevarlo»
Continuar formando para sensibilizar a los profesionales
Vaello, que además también es una de las impulsoras de los proyectos de formación para profesionales de la salud en duelo perinatal, confiesa que «queda mucho por hacer. Aunque se haya mejorado mucho, claro. Como profesional me sigo formando para que mi acompañamiento como matrona sea cada ver mejor. A mí esta parte tan dura no me la enseñaron. Ahora yo doy esa formación porque es un tema prioritario», alega.
Todos los nacimientos son mágicos. Incluso en este caso. Para Aroa sigue siendo una parte más de su profesión. «Siento que sé hacerlo», confiesa. Cuando le toca enfrentarse a esta tragedia, reconoce que ese día no se va a casa como si hubiese sido un parto cualquiera. Es un momento de dureza, tiene una importante carga emocional, pero hace de amparo para esas madres que acaban de perder a sus hijos. «Yo te voy a acompañar, te voy a sostener, no vas a estar sola, me tienes aquí y haremos lo que a ti te apetezca», son algunas de las frases que esta sanitaria dice en forma de acompañamiento, de abrazo, a esas mujeres que les toca emprender un nuevo camino. «Para mí es muy triste que una mujer se vaya del hospital sin la posibilidad de despedirse de su hijo, que es el único recuerdo».
Hasta no hace mucho, el niño o niña no se podía registrar con su nombre. Se registraba como 'feto hembra/macho' y el nombre de la madre. Pero desde el pasado verano, tras la publicación de la instrucción de la Dirección General de Seguridad Jurídica y Fe Pública, desarrollando una Disposición de la Ley del Registro Civil, los bebés fallecidos en el vientre materno ya pueden ser inscritos en el Registro Civil con el nombre en el archivo del Registro. «Lo del Libro de Familia habrá que seguir trabajándolo».
«Vamos toda la familia a la eco 32 y el ginecólogo lo muestra con nombre. Al día siguiente, por la razón que sea, el corazón se para y ese bebé ya no es Manuel, y no es precioso. Ya es un feto. ¿Por qué le quitamos la categoría que ya le habíamos otorgado antes? La categoría de hijo ya se da cuando nos quedamos embarazadas, ¿por qué cuándo fallece ya desaparece? Es un mecanismo de defensa que tiene el profesional y la sociedad y tenemos que acabar con este tabú», concluye Aroa Vaello.