Ficha técnica
La cambiante España de los años 60 pocas veces ha estado tan bien representada en el cine como en la película de David Trueba 'Vivir es fácil con los ojos cerrados'. Su protagonista es un bondadoso profesor de inglés (encarnado por un Javier Cámara en estado de gracia), loco por los Beatles, empeñado en visitar a John Lennon, a la sazón rodan do en Almería la película de Richard Lester 'Cómo gané la guerra'. Le acompañan en ese viaje iniciático un chico y una chica escapados de casa. Tres entrañables personajes en ruta hacia nuevos horizontes, donde la ternura, el sentido del humor y la alegría de vivir están presentes de principio a fin.
'Carpe diem', a por todas, parece ser el lema de este trío de aventureros, que al fin salen victoriosos en sus ilusionantes ambiciones, a pesar de un clima ambiental sujeto a profundas transformaciones culturales, políticas y sociales. Varios deta lles agradables sazonan la película, como son los diálogos inte ligentes, las ideas positivas y un cierto optimismo liberador, que siempre es de agradecer. Por si fuera poco, mantiene la misma estructura a lo largo y ancho de toda la historia, en la que se inserta un paisaje luminoso y un paisanaje humano hasta las cartolas.
Pero hay otra cosa encantadora en 'Vivir es fácil con los ojos cerrados'. Es una especie de don, de sortilegio, cuyas raíces van más allá del simple terreno de la magia. Porque toda la película se orienta hacia la formulación en imágenes de una ecuación vital, existencial, que entronca de alguna manera con esa inolvidable melodía del vilmente asesinado músico británico, que responde al título de 'Imagine': "Imagina que no hay nada por lo que matar o morir. Ninguna necesidad de codicia o hambre. Imagina una hermandad del hombre..." En fin, toda una declaración de principios, que realzan esta reco mendable película, que es como soñar despierto.