Ni las dos 'Blancanieves' que han pasado este año por las salas, ni los Oscar de 'The Artist' -otra película muda y en blanco y negro-, deberían inquietar a Pablo Berger. El autor de la maravillosa 'Torremolinos 73' regresa nueve años después con un cuento macabro que traslada la fábula de los hermanos Grimm a la España de los años 20. Sigue habiendo enanitos (toreros), una madrastra malvada con el rostro de Maribel Verdú y una manzana emponzoñada. Pero Blancanieves no vive en un castillo de Disney, sino en un cortijo como hija repudiada del mejor diestro de su tiempo.
'Blancanieves' atesora un sinfín de referencias: las fotografías de la España profunda de Cristina García Rodero, la "Carmen" de Bizet, las pinturas de Zuloaga y Julio Romero de Torres... "Sentaré al espectador sobre mis rodillas y le contaré un cuento lleno de fantasía, drama, horror y humor negro", promete el director bilbaíno, que compitió en San Sebastián tras desechar la invitación de Cannes. Los premios y parabienes de la crítica los tiene asegurados, pero habrá que ver cómo reacciona el público ante una película silente y con intertítulos, que va bastante más allá de la nostálgica 'The Artist'. "El espectador tiene que sentir en lugar de pensar, dejarse llevar por una historia narrada solo con imágenes y música. El cine como ceremonia y experiencia catártica", concluye Berger.