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PREMIOS GOYA 2012 | LAS CLAVES

Los Goya al sol

La crisis económica asola a la industria cinematográfica española que, en cambio, apenas la ha reflejado este año en sus películas

14.02.12 - 15:17 -
Los Goya al sol
Fernando Tejero y Malena Alterio en '5 metros cuadrados'. /Foto: Archivo
Complacencia, falta de autocrítica y cierto acomplejamiento han vertebrado la médula espinal del cine español durante buena parte de la democracia. El discurso autocrítico de Álex de la Iglesia el pasado año, ajeno a la autocompasión que ha reinado durante años, parece haber inaugurado otra etapa no exenta de interrogantes, inquietudes y temores. La crisis, ese ‘macguffin’ dispuesto a destripar cualquier buen argumento, manda en toda radiografía del estado de la cuestión. El 80% de las películas españolas no dan beneficios económicos. El friso económico de la producción, el destello del dato estremecedor siempre acecha. La crisis curiosamente se aparece más como fantasma inseparable de toda estadística, baremo e índice que como inquilino de la ficción. La producción española que se fotografía en esta inminente edición de los Goya es más fiel que nunca al cine de género. Las historias sobre la crisis y sus víctimas apenas han contado y salvo un cierto trasfondo neorrealista, la suciedad amarga de ‘No habrá paz para los malvados’, el discurso casi político, la atmósfera 15 M, el perfil del indignado, la reivindicación o el arrebato social apenas han dejado rastro en las películas más recientes.
‘Los lunes al sol’ se antoja más actual que nunca. Incluso un nada descabellado remake hubiese tenido más coherencia, que no oportunismo, en semejante tesitura. Quizás a nuestro cine o, al menos, el que está obligado a reflejarnos, delatarnos y revelarnos le falta su particular ‘Inside Job’, su ‘Margin Call’ particular.
El director Enrique Urbizu, que se presume como gran triunfador de la noche del 19, asegura que como consumidor y cineasta le gusta que la ficción «sirva para desvelar lo que permanece oculto». Quizás esa es la asignatura pendiente de una industria que vive más pendiente de la cifra, de la dimensión de su precariedad y de las grietas del sistema que de retratar el impacto de la crisis económica y financiera, la cercanía del abismo, el desaliento que afecta a casi todos los ámbitos de la vida. El propio Urbizu se confiesa partidario de «abrazar una épica personal, ser coherentes y honesto con el trabajo que se hace». Todo un lema que no prima en un tiempo de calculadora y catarsis, de evasión como asidero recurrente. Excepciones escasas pero nobles como ‘Cinco metros cuadrados’, de Max Lemcke, han tocado el lado oscuro de quienes al fondo del pozo padecen el seísmo financiero actual.
Reflexión ombliguista
Pero sigue primando la reflexión ombliguista antes que la de la propia ficción. La crisis económica en la producción, con un 13% de descenso en el número de películas respecto de 2010, las fuentes de financiación cada vez más restringidas, el dilatado periodo de recuperación de la inversión y las ‘ventanas’ cada vez más restringidas de las diferentes formas de explotación... sacan la cabeza siempre por encima de los acercamientos narrativos al estado de crisis. La supervivencia de una industria con un elevado porcentaje de ‘fracasos comerciales’, un estado de guerracivilismo casposo, y quizás la falta de valentía y compromiso actúan como anestesia de un cine poco dado a exprimir la realidad con apuestas radicales y perfiles rigurosos.
La piratería, las películas que no han gustado lo suficiente y los errores están en boca de todos. El recorte asoma como la Rebeca de Manderley: a la dependencia o no de subvenciones que a veces no son tales, las cifras oficiales ‘engañosas’, los documentales que nunca acaban estrenándose en salas....se ha sumado en este último año el miedo escénico permanente. El escenario y el decorado mediático también están amenazados. Festivales históricos y emblemáticos como el donostiarra malviven en horas bajas; la joya indie e internacional de Gijón se puede desplomar tras la decisión política de dirección; las carencias presupuestarias provocaron la desaparición de la Mostra de Valencia; al igual que el festival de cine de animación de Córdoba o el Festival REC de Tarragona, los ‘pequeños’ o especializados parecen condenados a la reconversión o la defunción.
Filmax, una de las más importantes y activas productoras audiovisuales españolas, presentó concurso de acreedores y la gallega Dygra Films, una de las primeras productoras en España en apostar por largometrajes en animación 3D, despidió a todo su personal. La supensión temporal y otras incógnitas de futuro pesan sobre el Festival Internacional de Cine Documental de Navarra, conocido como Punto de Vista, cuando para esta edición de 2012 la programación ya estaba cerrada y se habían presentado cerca de 500 películas.
A los retrasos en los pagos por parte de la administración central y los recortes en las ayudas, se une el incremento de la piratería por la red en los últimos años y la ausencia de un modelo de rentabilidad para afrontar los nuevos hábitos de consumo. El cine como lenguaje de ficción vive deslocalizado y como industria contempla descorazonador como sus escaparates más transparentes se hallan en peligro de extinción.
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