TEATRO
«Addio del passato», la intimidad del actor entre bambalinas
ABC se «cuela» en los instantes previos de la obra teatral. Ante el éxito de acogida, acaba de ser prorrogada un mes más en la Pensión de las Pulgas
Olvídese de cualquier convencionalismo. Sitúese en un espacio que no es un teatro al uso. La Pensión de las Pulgas abre sus puertas a ABC dos horas antes de que empiece la función de «Addio del passato» –prorrogada un mes más, ante el éxito de acogida– . Irrumpimos en el espacio sagrado de los artistas, en la intimidad en la que se visten, se maquillan y se preparan para vivir las sensaciones que respiran antes de salir a escena. Mientras llega el reparto de este melodrama inspirado en el libreto de Francesco Maria Piave para La Traviata y escrito por el crítico teatral de ABC Julio Bravo . Los actores aprovechan esta espera para desprenderse de sus «caretas» de viandantes y meterse en la piel de los personajes. Lola Baldrich , que protagoniza el papel de Margarita Gauthier –una célebre cantante de ópera–, canturrea por los pasillos de este viejo piso. En él, el teatro se vive como en el «salón de una casa», dice Pablo Martínez Bravo , jefe de sala. Esta en concreto fue la de la Bella Chelito, la primera empresaria teatral española.
Comienza la cuenta atrás para el primer acto de esta obra que lleva el nombre de la famosa aria de Verdi. Noemí Rodríguez, Orencio Ortega, José Emilio Vera, Fran Calvo y Carolina Herrera completan el cartel y ayudan a colocar cada detalle, cada objeto que ambienta este piso de la calle Huertas en el que el público –solo 35 personas– se dispone 360 grados alrededor de la escena principal. «Pensad que estáis detrás de una enorme mirilla en la que hay “voyeurs”», cuentan que les pide Blanca Oteyza , su directora, mientras se peinan y maquillan.
«¡Falta champán y champín!», alerta de una voz Orencio Ortega. «En este montaje el espectador forma parte de la obra hasta tal punto que brinda con los personajes», explica. No hay nadie más que la propia compañía para dejar todo a punto antes de la función. En un teatro que es una casa la sensación de que son «una familia» se magnifica. Por los pasillos, el trasiego se acentúa. En cuanto Lola Baldrich termina sus ejercicios de relajación, Ruth Rubio , a los mandos del sonido, pone de fondo a Frank Sinatra. Todos cantan.
El reloj aprieta en una calma tensa rota por risas, saltos y ejercicios que barruntan los nervios del último minuto. Cada artista se inmiscuye en su propio mundo, en su ritual. «La última media hora es crucial», dice Fran Calvo, encargado de dar vida a un enamorado Armando Duval. Una carta, un par de dados y un aria –no desvela cuál– le ayudan a entrar en ese trance. Les dejamos antes de que el público llene el espacio de un teatro en el que nunca se levanta ni cae el telón.
Noticias relacionadas