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Picasso dialoga con los clásicos
El Museo del Prado y el Reina Sofía hacen historia con una muestra «única e irrepetible»
Actualizado: GuardarÚnica e irrepetible». Los organizadores de Picasso. Tradición y vanguardia se saben ante «un sueño realizado» y son muy conscientes de hacer historia con una muestra impagable. El talento del mejor Picasso se confronta al de los clásicos, a egregios antecesores como Goya, Velázquez, Zurbarán, Ribera o Manet, en la primera iniciativa conjunta de nuestros dos museos de cabecera, el Prado y el Reina Sofía. La inauguran los Reyes el lunes y estará en cartel hasta el próximo tres de septiembre. Es sin duda la exposición del año y un gran hito.
Tanto el director del Prado, Miguel Zugaza, como su colega del Reina Sofía, Ana Martínez de Aguilar, se sabían ante «un día para la historia» al presentar la exposición que reúne más de un centenar de obras del creador malagueño, muchas de ellas nunca vistas en España. Ambos han contribuido a «realizar un sueño» con esta excepcional muestra que celebra una triple efeméride: los 125 años del nacimiento de Pablo Ruiz Picasso; los 70 años de su nombramiento como director del Prado -en plena guerra civil y del que nunca tomó posesión-, y los 25 años del regreso a su país, en 1981, de su obra más universal, el Guernica.
Un lienzo que es uno de los ejes de la exposición y que propone una reflexión sobre la guerra. Desde su emplazamiento habitual, en la segunda planta del Reina Sofía, establece un fructífero diálogo con Los fusilamientos del 3 de mayo (1814) de Francisco de Goya, que ha viajado del Prado a su vecino museo, y con la mejor versión de las cuatro que realizó Edouad Manet sobre La ejecución de Maximiliano (1869), que cede el centro museístico de Manheim.
Junto a ellos, otros emblemas picassianos sobra la barbarie: Masacre en Corea (1951), el lienzo con el que el pintor malagueño condenó la guerra de Corea y que cede el Museo Picasso de París, y El Osario (1945), propiedad del MOMA, y que supone una respuesta del artista al holocausto y a la segunda guerra mundial.
Lo mejores museos del mundo se han mostrado «más que generosos» al ceder, alguno de los grandes lienzos de Picasso, para esta doble muestra cronológica de la que son comisarios, el catedrático y ex director del Prado, Francisco Calvo Serraller, y Carmen Giménez, conservadora del Guggenheim de Nueva York, autoridad picassiana y ex directora del Picasso de Málaga.
Festín para los sentidos
La galería central del Prado es un gran festín para los sentidos. Los lienzos más señeros y coloristas de todas las épocas de Picasso, un buen puñado de sus obras maestras, se confrontan con los de los grandes clásicos; maestros del pasado a los que Picasso estudió a conciencia y de los que bebió sin complejos. Sus Meninas se pueden ver así frente a la plena magnificencia de las de Velázquez; su iconoclasta maja cubista frente a la de Goya, y sus retratos, autorretratos y bodegones frente a los de Zurbarán, el Greco, Tiziano, Ribera, Veronés, Rubens o Poussin.
Muchas de las obras no se habían expuesto jamás en España. Óleos como La vida (1903), El aficionado (1912), Autorretrato con paleta (1906), Tres músicos (1921), La flauta de pan (1923), La alborada (1921) o Las Meninas (1957).