Un acercamiento al misterio del palo cortado
Decenas de periodistas asistieron ayer en el Palacio Domecq a una cata de Capuchino, un VORS de Pernod
Actualizado:Beltrán Domecq ya lo dijo al inicio de esta magnífica experiencia en la que contó con asistentes tan ilustres como el crítico José Peñín, creador de una de las mejores guías de vinos de España: «Será una experiencia única, porque éste es un vino extraño y misterioso».
Y realmente lo fue. Porque todos los periodistas que pudieron asistir a la cata que el enólogo de la antigua bodega de Domecq en Jerez -hoy de Beam Global- ofreció de distintas fases del conocido Capuchino, el palo cortado de Pernod Ricard -tras todos los vaivenes empresariales- salieron encantados con una experiencia que luego se alargó en un almuerzo elaborado por el equipo del restaurante El Faro en el que este palo cortado fue una de las estrellas.
En la cata comentada de este vino que, como bien explicó Domecq, tiene características intermedias entre el amontillado y el oloroso, también estuvo el director del Aula Marqués de Arienzo, Rafael Ruiz, que como el resto del público asistió encantado a un mejor conocimiento de un vino «que empieza su vida como fino, pero que en algún momento de su crianza pasa a ser otra cosa».
Para explicar la elegancia, la cantidad de matices -sobre todo a frutos secos- o el magnífico color ámbar de Capuchino, Domecq se encargó en persona de extraer en botellas que se sirvieron a los presentes vinos de las distintas fases de crianza de este caldo. Así, se probó la añada de 1996, la cuarta criadera con una vejez media de 20 años, la tercera criadera en la que el vino va tomando su elegancia, la segunda en la que el vino da uno de sus grandes saltos y gana en graduación o la primera en la que la armonía, la potencia y el prolongado sabor ya son espectaculares. El final fue la solera, ese vino de una edad media de 100 años y que sólo se embotella en ocasiones especiales a unos 600 euros la botella.
Todo un privilegio que además permitió a los asistentes a Vinoble poder disfrutar de los milagros del vino fuera del Alcázar.