Satisfacción por la tregua en una provincia poco castigada por ETA
Un asesinado, un intento fallido, varios políticos y periodistas en el punto de mira y una sola detención son el resultado en Cádiz de más de 40 años de violencia
Actualizado: GuardarLa provincia acogió ayer con satisfacción, cautela y esperanza el anuncio de la banda terrorista ETA de iniciar a partir de mañana una tregua «permanente». Y es que Cádiz no ha permanecido ajena a su forma violenta de reivindicar la autodeterminación para el País Vasco. Un muerto, un intento frustrado con coche bomba y una lista de políticos y periodistas en el punto de mira es el resultado de sus más de cuarenta años de actividad.
La primera y única víctima mortal de la organización se registró en la etapa más sangrienta; la década de los ochenta. El doctor Alfredo Suar Muro, que ejercía como médico en la prisión de El Puerto de Santa María, donde había presos etarras, aparecía en octubre de 1983 asesinado con un tiro en el cuello en su coche, estacionado en las inmediaciones del entonces hospital Fernando Zamacola -hoy Puerta del Mar- de la capital gaditana.
El crimen fue reivindicado días más tarde vía comunicado. Un texto en el que por vez primera se advertía de que los funcionarios de centros penitenciarios con presos políticos vascos serían considerados «objetivos militares».
Veinte años transcurrieron hasta que ETA volviera a intentar atentar en la provincia. En esta ocasión, el método elegido fue el coche bomba. El brigada del Ejército de Tierra José Manuel Velázquez viajó en octubre de 2000 desde Sevilla hasta Chipiona con un artefacto explosivo adosado a su asiento que no llegó a activarse por un fallo en su sistema de detonación. La fiambrera estaba cargada con kilo y medio de cloratita y había sido colocada en la capital hispalense, en la que estaba destinado en Capitanía General.
Después de estas dos incursiones, la actividad terrorista en la provincia quedó limitada al seguimiento de políticos y periodistas. Del primer grupo sobresalen los nombres de la alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, el ex presidenta de la Diputación de Cádiz y hoy diputado nacional y concejal socialista, Rafael Román, el diputado y concejal popular Aurelio Sánchez o la también edil portuense Patricia Ybarra.
En estas labores de seguimiento participó de manera activa la única detenida por su vínculo con la organización, la estudiante de Ciencias del Mar y sobrina de un histórico etarra encerrado en Puerto I, Ixone Fernández Bustillo, que residía en pleno barrio de La Laguna. En febrero de 2005 salía del multicines del Palillero cuando era detenida por su supuesta colaboración informativa recabando objetivos. Después de un año, sigue en prisión por orden del juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón.
En ese mismo mes y en ese mismo año, en plena celebración de los Carnavales de Tarifa, se puso en marcha un dispositivo para localizar a un joven vinculado a la banda que, al parecer, había escondido en su casa de Basauri al presunto etarra Javier Pérez Aldunate, que pretendía atentar contra el Rey. El joven, identificado como Pablo Aperribay, logró darse a la fuga.
Bajo vigilancia
Los diputados socialista y popular Rafael Román y Aurelio Sánchez reconocieron ayer haber encarado su condición de objetivo con calma. Con o sin protección, ambos concibieron esta situación como un riesgo inherente a la actividad política y como tal lo asumieron, aunque admitieron algún temor cuando en Sevilla y Málaga se asesinara a los ediles Jiménez Becerril y Martín Carpena.
Román recordó que en ese momento en el que se dio cuenta de su condición de «objetivo», sintió una «conmoción» con la que luego aprendería a convivir. No sucedió lo mismo con la protección especial que se le asignó -en su etapa como presidente de la Diputación-, que pese a brindarle una relación excelente con sus guardaespaldas no dejaba de ser una «vida incómoda», a la que había que sumar medidas de seguridad como la revisión de su vehículo o el cambio de recorridos.
No obstante, Román sostuvo que la presión que sintió quedaba «muy lejana» a la que tuvieron que padecer sus compañeros del País Vasco. Una tesis compartida por su homólogo popular Aurelio Sánchez, que restó importancia al impacto e inquietud que sintió cuando supo de su aparición en alguna lista. «Me lo tomé con calma porque no podíamos hacer gran cosa, éramos víctimas posibles, pero no podíamos estar atemorizados. En ésto tienes dos opciones: te amargas y te vas o lo afrontas y sigues», afirma, mientras explica que en ningún momento contó con protección.
El anuncio de la banda aseguró que no le supone ningún alivio, hasta no se dé una «tregua sin condicionantes, con la entrega de las armas y la disolución».