El príncipe de Gales escribió en su diario en 1997, durante la transferencia de soberanía en Hong Kong de Reino Unido a China, que los dirigentes comunistas del gigante asiático parecían unos «temibles y viejos muñecos de cera». Los anfitriones, visto lo visto, no le gustaron ni un pelo y así lo dejó apuntado. Bien clarito y con buena letra. Pero sus reflexiones cayeron en manos del periódico Mail on Sunday, que no dudó en publicar algunos extractos de aquel cuaderno de viajes con sabor a polémica. Molesto por descubierto, Carlos de Inglaterra demandó al rotativo en noviembre de 2005; cuatro meses después, el Tribunal Superior de Justicia le da la razón.