El Xerez suma y sigue. Pero sigue sin ganar, acumulando jornadas sin conocer la victoria, sin recuperar la identidad que tantos puntos le ha dado, sin rastro de esa efectividad que lo colocó entre los equipos más goleadores de la categoría, sin fluidez en el juego, sin ideas, atascado y con un recuerdo tan lejano de la última victoria que impide a los azulinos rememorar como conseguir un triunfo. Y van ocho, que se dice pronto. Más de dos meses sin catar victoria. Aquello que comenzó casi como un accidente, se ha convertido en algo habitual. Y lo peor -pese a que Alcaraz vea mejoría en el juego de sus hombres- es que los xerecistas no desprenden confianza. La ansiedad está inundando el barco azulino y si no aparece un revulsivo que achique, la nave se hundirá.