Volvió para quedarse. O esa al menos era la sensación con la que se fueron el sábado todos los socios del Cádiz tras comprobar como el equipo conseguía los tres puntos más importantes de esta temporada gracias al papel que protagonizó un jugador recién salido del ostracismo. Abraham Paz consiguía adelantar a los suyos. Pero no se quedó ahí. Que va. Quería más. Minutos más tarde botó una falta como sólo él sabe hacerlo para revivir una sociedad a la que tanto le debe el cadismo. El portuense volvió a entenderse a la perfección con Sesma para sentenciar un partido cuando el once amarillo estaba contra las cuerdas. Un gol y una asistencia. Aval suficiente para consagrarse en Primera en la Catedral del fútbol español la jornada próxima.