El asesinato ayer de once miembros de una familia chií y el atentado con coche bomba que mató al menos a ocho personas en Kerbala, entre otros ataques, acrecienta el riesgo de una guerra civil entre suníes y chiíes en Irak. El ministro de Defensa iraquí, Sadun al Duleimi, confirmó la muerte de 119 personas en la ola de violencia sectaria que sacude el país, y anunció la prórroga del toque de queda en cuatro provincias hasta el próximo lunes. En una rueda de prensa en Bagdad, Duleimi también reconoció que 61 mezquitas suníes han sido atacadas en acciones de represalia de los chiíes tras el atentado del pasado miércoles contra un santuario en Samarra, al norte de la capital.