En buena forma a los 50
Los paisajes españoles conservan todavía unos 90 Toros de Osborne y ayuntamientos de todo el país siguen pidiendo siluetas a la bodega para adornar sus municipios
Actualizado:Los taurinos dicen que el Toro de Osborne sigue encampanado -cabeza firme y pitones desafiantes-, alto de agujas, con buena estampa y azabache entero. Pero los creadores del animal, que ve a España pasar por la carretera desde la década de los 50, defienden que no es un toro de lidia sino un toro bravo que vive en el campo, «donde tiene que estar», siempre con el cielo tras su figura y «sin molestar a nadie». Medio siglo después del nacimiento del primer astado de Osborne en la cuesta de Matajaca (El Puerto de Santa María), los paisajes españoles conservan una manada de 90 ejemplares que campea ajena a las reivindicaciones nacionalistas, a las disputas sobre su propiedad intelectual y a la revolución ecologista; convertido, sin quererlo, en símbolo de lo español.
En talleres Tejada, la empresa familiar afincada en El Puerto que fabrica en exclusiva las vallas de la bodega desde su origen, reconocen que hubo tiempos mejores para el Toro antes de la Ley General de Carreteras de 1988, que prohibió la publicidad visible desde las vías públicas. La presión popular, a través de asociaciones artísticas, grupos políticos y personalidades dispares, consiguió que el Tribunal Supremo «indultara» al animal por «el interés estético y cultural que la colectividad le había atribuido», pero la sentencia, del 94, no impidió que una cuarta parte de los toros desapareciera.
Llegan peticiones
Su simbolismo, eso sí, permanece intacto en el siglo XXI y la imagen sobrevive, no ya por el único respaldo de Osborne, sino por las insistentes peticiones de ayuntamientos de todo el país, de organizadores de eventos culturales y artísticos de todo el mundo y de particulares, que piden a la bodega la construcción de toros que adornen municipios, salas de exposiciones y hasta parcelas y viviendas privadas. Ejemplo de estos defensores del Toro son el alcalde de El Puerto, Hernán Díaz, que ha colmado una rotonda portuense de «toritos» a escala, y el alcalde de Los Barrios, Alonso Rojas, que en 2004 consiguió que el grupo bodeguero autorizara la instalación en el municipio barreño del cartelón del astado, que ahora señala el inicio de la Ruta del Toro de la región. El animal de Los Barrios es el octavo clavado en Cádiz, la provincia que cuenta con más ejemplares de España.
En el pequeño pero experto taller familiar de Félix Tejada en El Puerto continúa el trabajo con los Toros, que periódicamente hay que reemplazar, reparar o pintar. Él y sus dos hijos siguen recorriendo el país «de pitón a rabo» al auxilio de los animales que caen «lesionados». Cuenta Tejada que la cabeza es la parte «más sensible» del morlaco y que Levantito -así llaman al Toro de Tarifa, porque cada uno tiene su nombre- es el que «más veces se pone malo» por los temporales violentos del Estrecho.
El paso de los años daña las vallas, estructuras de hierro de 14 metros de altura o de 8 metros en el caso de los «becerros», y también lo hace la mano de los que rechazan el símbolo o los que simplemente desahogan en la figura su vocación artística. Al Toro de Osborne le han cortado las patas; le han pintado de rosa; lo han convertido en vaca blanquinegra con ubres; le han castrado hasta en el cine; le han dibujado ojos y monturas; le han coloreado los testículos; y hasta trajes flamencos ha tenido. Y ni por ésas ha bajado la cabeza el animal. «Tenemos un toro que es el Toro Mariquita, el de Alcalá de los Gazules, que de vez en cuando lo pintan con rizos, con ojos con pestañas, con flores... y el que lo pinta, que se ve que lo tiene que hacer montado en un caballo, nos hace una faena grande... pero el tipo la verdad es que lo hace hasta con su gracia», admite Tejada.
El uso de la imagen
En el año de su cincuenta cumpleaños el Toro ya ha recibido su primer regalo. Es una sentencia de la Audiencia Provincial de Sevilla que reconoce que la imagen de Osborne es un símbolo cultural que, sin embargo, no puede ser utilizado libremente. El dictamen, emitido el miércoles de esta semana, condena a varios comerciantes de tiendas de recuerdos que empleaban la figura del Toro en sus artículos sin pagar derechos de propiedad intelectual a la bodega, que sólo está dispuesta a ceder la imagen para cuestiones «estrictamente culturales», según defienden los empresarios.
Los propietarios de tiendas de souvenirs alegaban, en su favor, que sus productos incluían copias de «un monumento nacional» y de un bien del «patrimonio artístico» del país.
Aunque el debate sobre si el Toro tiene o no propietario no ha quedado ni mucho menos cerrado, los extranjeros que visiten los rincones turísticos de España lo tendrán ahora muy difícil para volver a casa con el recuerdo más típicamente español en la maleta.