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ESPAÑA

El Gobierno minimiza el alejamiento de ERC y cree que su estabilidad está asegurada

Maragall considera que el distanciamiento beneficia a socialistas y republicanos y deja sin discurso al Partido Popular Sostiene que es «difícil imaginar» que Carod Rovira se retire del Estatuto

R. GORRIARÁN/COLPISA. MADRID
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El Gobierno comienza a asumir que ERC ya no será su socio preferente en el curso parlamentario que se reanuda en febrero. El Ejecutivo, tras el escepticismo inicial, da credibilidad al mensaje rupturista de los republicanos, pero no ve que la situación sea preocupante porque cree tener asegurada la estabilidad parlamentaria, ya sea con pactos con CiU, o incluso el PNV, y hasta con la propia ERC cuando la ocasión lo aconseje.

El portavoz socialista en el Congreso indicó que si Esquerra quiere pasar de ser socio «de primera» a ser «de segunda» será su problema porque el descenso no va a afectar a las votaciones parlamentarias y el Gobierno sacará adelante sus proyectos. Alfredo Pérez Rubalcaba admitió además que la fractura no es un plato agradable porque es mejor tener «lazos más sólidos que más débiles», pero si han tomado esa decisión «no podemos hacer nada más que aceptarla».

El dirigente socialista indicó que el cambio de rumbo de ERC por su disconformidad con el acuerdo estatutario del Ejecutivo con CiU no altera los planes gubernamentales ya que «tenemos muchas posibilidades de componer mayorías». Rubalcaba no dio nombres, pero es indudable que, asegurada la lealtad de IU, Iniciativa per Catalunya, Coalición Canaria y Bloque Nacionalista Galego, la alternativa sería CiU, con la que las relaciones han experimentado una apreciable mejora en la negociación estatutaria, y hasta con el PNV, con el que los vínculos también se han normalizado.

Sin embargo, la vicepresidenta primera del Ejecutivo mantuvo el discurso oficial. «No se contempla el cambio de socios parlamentarios», dijo María Teresa Fernández de la Vega, que añadió que «nada ha cambiado» pese al anuncio de ruptura de los republicanos. Fuentes de Moncloa recordaron, no obstante, que «dos no son socios si uno no quiere», y coincidieron con Rubalcaba en que el Gobierno tendrá que buscar alternativas parlamentarias.

Anuncio de Carod

La situación, en realidad, no cambiará mucho. El líder de ERC, Josep Lluis Carod Rovira, señaló que a partir de ahora negociarán con los socialistas proyecto a proyecto. El portavoz indicó que si los republicanos quieren «ir viendo ley a ley» habrá que aceptarlo. Este mecanismo no es ninguna novedad ya que es el que se ha utilizado a lo largo de la legislatura. ERC no tiene suscrito un pacto estable ni siquiera de periodo de sesiones con el grupo socialista, y cada pacto, por tanto, era objeto de una negociación específica. Lo mismo que va a ocurrir a partir de febrero; sólo cambiará, en teoría, la predisposición de los independentistas a pactar. En los dos últimos años era muy alta; a partir de febrero, se verá.

Fuentes gubernamentales indicaron también que el distanciamiento de los republicanos tiene su parte positiva porque permite al PSOE soltar lastre y anular las acusaciones del PP de que está «en manos de los radicales». Dirigentes de ERC admitieron, a su vez, que la operación «tampoco nos va mal» porque «nos permite mantener la tensión y, a la vez, consolidarnos en Cataluña». La bandera del maximalismo, enarbolada por CiU durante el debate estatutario en el Parlamento autonómico, pasaría a así a manos de los republicanos durante la negociación en el Congreso.

Posición de ERC

El pagano de este nuevo cuadro de alianzas, según el análisis socialista, sería el PP, que se quedaría sin el discurso de que el Gobierno es «rehén» de los nacionalistas más «peligrosos», y tampoco podría endosar esa etiqueta a CiU, formación que fue un muy estrecho socio en la primera legislatura de José María Aznar. El Ejecutivo está convencido asimismo de que la ruptura de ERC, con ser cierta, no será para tanto y buscará acuerdos.

El mensaje gubernamental, sin embargo, es claro: no hay posibilidad de cambios en la definición de Cataluña y en la financiación, y sólo hay margen en el terreno competencial. Por esta razón, los republicanos, según fuentes de la negociación, votarán a favor de parte del articulado cuando el proyecto pase al pleno, y se abstendrán en otras, pero es muy improbable que se decante por el voto en contra para no coincidir con el PP.

Así las cosas, los esfuerzos del Ejecutivo y del PSOE por volver a integrar a ERC en el consenso se limitarán a los llamamientos de cortesía. Sólo Maragall tiene un interés extremo en que los republicanos se sumen al acuerdo y así se lo pidió a Zapatero en la reunión que mantuvieron en La Moncloa ayer. El president reclamó al jefe del Ejecutivo que hiciera los «esfuerzos necesarios» para reincorporar a ERC. Maragall tiene una razón de peso: la deserción del partido que lidera Carod-Rovira provocará que el proyecto estatutario regrese aprobado a Cataluña con un consenso menor del que salió. Con todo, garantizó la continuidad del tripartito catalán con su actual composición aunque Esquerra no dé su apoyo al Estatut. El dirigente descartó además que la buena sintonía entre CiU y el Gobierno de Zapatero vaya a propiciar un cambio de alianzas en Cataluña.

El jefe del Ejecutivo autonómico cerró en La Moncloa la ronda de entrevistas que ha mantenido Zapatero con los líderes catalanes, y tras su reunión admitió que la abstención o el rechazo de ERC al acuerdo estatutario no sería «agradable», pero descartó que vaya a tener repercusión en la continuidad del tripartito.

Subrayó que se encuentra cómodo con los republicanos en el Gobierno porque su «fidelidad» es «mayor» que nunca, y en consecuencia la posibilidad de un cambio de socios es «más remoto» que en otras ocasiones. En resumen, insistió, «veo menos que nunca un cambio de alianzas» y «la convicción de continuar» como hasta ahora «es mayor». De todos modos, no dio por seguro el rechazo de Esquerra al proyecto e interpretó su negativa actual a una «actitud movida por la necesidad de presionar y convencer». Consideró que «es difícil de imaginar» que un partido como ERC, que comparte la necesidad de reformar el Estatuto «se pueda retirar» del consenso.

Apuntó que el que puede salir beneficiado de esto es Zapatero, que podrá «ampliar el mapa parlamentario» de apoyos con CiU, con quien tiene buena sintonía tras el pacto del pasado sábado, mientras que el PP sería el perjudicado.