En la alameda
Un edificio de los años setenta, remozado y flanqueado por los árboles centenarios de los Callejones conforma una estampa típica de Ubrique
Actualizado: GuardarEl único hotel de que dispuso Ubrique durante décadas resiste el paso del tiempo. El Ocurris se ha remozado y une a su veteranía su integración en la oferta de la asociación de turismo rural de la Sierra de Cádiz. Este establecimiento de dos estrellas, situado en la alameda de los árboles plataneros centenarios, que forman una de las estampas típicas de este municipio, va camino de su cuarenta aniversario.
Está al comienzo de Los Callejones, una de las vías comerciales de tiendas de artículos de piel y al mismo tiempo travesía de la carretera que une Villamartín con Gaucín, en la provincia de Málaga. Los responsables de este hotel, que tiene 34 habitaciones distribuidas en tres plantas, aducen que su ubicación es precisamente uno de los aspectos más valorados por sus clientes. Éstos, en general, buscan artículos de marroquinería para coronar su estancia de descanso en la Sierra, y para ello este establecimiento cumple el requisito de estar situado junto a la red de comercios de venta de productos de piel. «La gente que viene quiere ir de tiendas y siempre pregunta si éstas están cerca», expresa Ana, una de las recepcionistas.
Las habitaciones, con 64 plazas, tienen todas las comodidades exigibles a un establecimiento de su categoría: teléfono, baño completo, aire acondicionado y televisor. A las plantas se sube en ascensor.
El Ocurris tiene su temporada alta en los primeros veinte días del mes de septiembre, tiempo que coincide con las fiestas patronales y la feria. Además, son fechas de gran afluencia la Semana Santa y los puentes.
La mayoría de los clientes suele ser de procedencia andaluza. Sevilla, Málaga y Cádiz, por ese orden, son las provincias que proporcionan el mayor número de huéspedes. No obstante, en fechas concretas como Semana Santa, suelen ocupar el hotel grupos organizados de muy diversa y lejana procedencia, como Madrid, Galicia y Levante. No siempre la ocupación viene precedida de una reserva.
El hotel tiene entre sus encantos la alameda centenaria en la que se ubica. Hacia 1899 se construyó el puente de los Callejones para salvar el río y se mejoró el tramo de este carril, que se embelleció con la plantación de árboles. A partir de entonces, los Callejones se convirtieron en el lugar de expansión, recreo y disfrute de los ubriqueños, que pudieron comenzar a gozar de su grata sombra durante sus paseos al tiempo que adquirieron una mayor sensibilidad hacia la naturaleza. «Estos árboles han sido plantados por el pueblo. A su sensatez y cultura se confía su custodia». Así rezaba la placa que se colocó en esta alameda en aquel año, hoy perdida, para dar testimonio de la importancia que revistió la creación de la alameda, que desde hace casi cuatro décadas preside el Ocurris. El nombre del establecimiento proviene de la primitiva denominación de la ciudad romana situada a apenas un par de kilómetros del casco urbano. Este yacimiento es hoy conocido como Ocuri, pero el hotel ha guardado su nombre antiguo.