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La demanda de vigilantes desborda a las empresas de seguridad privada

La plantilla de efectivos en la provincia es de 3.000 y supera al contingente de la Policía Nacional, que es de 1.400

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Dicen que las armas las carga el diablo y debe ser cierto porque sino ¿Cómo explicar qué es lo que lleva a una persona tan disciplinada, como un ex vigilante de seguridad, ha asesinar a sus antiguos compañeros hace unos días en una oficina en Madrid?

LA VOZ ha contactado con diferentes empresas de seguridad, así como vigilantes en activo y algún que otro retirado para hacer un perfil tipo y tratar de conocer más de cerca la dureza de este oficio, así como saber cuáles son los requisitos para entrar en el gremio. Antonio (nombre ficticio), ha viajado por toda España siendo el escolta de políticos y empresarios importantes. Actualmente es delegado de la Asociación Española de Escoltas (ASES) en Navarra y propietario de una academia que forma personal de seguridad.

«En contra de lo que piensa mucha gente para acceder a la profesión de vigilante hay que pasar una serie de requisitos como tener entre 18 y 55 años, poseer nacionalidad española o en su defecto europea, no contar con antecedentes penales, superar una prueba física y psíquica y, finalmente, hacer un curso de 180 horas lectivas en un centro homologado por el Ministerio del Interior», explica Antonio. Superado el curso, se obtiene un diploma, requisito indispensable para optar al examen que la Jefatura Superior de Policía de Sevilla realiza seis veces al año. Aprobar esta prueba supone obtener la Tarjeta de Identidad Profesional; es decir el carnet profesional de vigilante de seguridad que «no cuenta con licencia para portar un arma». Luego, existen dos especialidades a las que se accede mediante otros cursos como: Escolta Privado para ofrecer protección personal (60 horas) y Vigilante de Explosivos (80 horas). «Este personal ya cuenta con licencia de armas» . Además, se exige un reciclaje anual de 20 horas lectivas a cada vigilante.

La presión

Con una capacitación así, ¿Cual es la causa fundamental que provoca tanta inestabilidad? «Este es un gremio muy complicado en donde te encuentras con gente de toda clase y en el que suceden muchas cosas. Personas mayores que están separados y con hijos y que doblan turnos para llevar un sueldo algo más digno a sus hogares a fin de mes. Esto supone duplicar su cómputo y trabajar cerca de 300 horas mensuales, cuando el convenio estipula 163 horas y treinta minutos. Trabajar sólo por la noche a todo el mundo le quema mucho, es muy duro. La cabeza no para de dar vueltas y pensar en los problemas personales, pero como existe un plus de nocturnidad se aguantan carros y carretas», reconoce Antonio.

Todo ello en su conjunto es un polvorín. Manolo, vigilante de seguridad, asegura que la relación con sus compañeros no es buena. «De los 17 vigilantes que trabajan en la empresa, yo no me hablo con cinco porque son unos chismosos, siempre se generan rabias y envidias por los turnos. Se trata de una bomba de relojería, especialmente si llevas arma porque uno nunca sabe como puede actuar en un momento determinado», dice. A nivel provincial existe una gran demanda de vigilantes de seguridad, tres mil en total, de los cuales unos 300 portan arma durante su servicio, lo que contrasta con el número de efectivos de la policía nacional que es de 1.400.