Pasión y vida de un torturado por ETA
Nueve años después de su secuestro, Ortega Lara vive volcado en su discreto cargo en el Ayuntamiento de Burgos
Actualizado: GuardarHUBO un tiempo en el que todos fuimos un poco 'ortegas laras', cuando nos estremecidos ante el que se había convertido en el secuestro más largo de nuestra historia, y deseábamos colaborar como fuera para que acabara ese calvario. Fue hace casi una década cuando España se prendió el lazo azul de la protesta, la exigencia y la esperanza.
José Antonio Ortega Lara, ex funcionario de prisiones que el 17 de enero de 1996 fue arrancado de su casa del barrio del Gamonal burgalés para ser enterrado en un inmundo agujero durante casi dos años con el propósito de ejecutar su condena a muerte. A la vuelta de los años afirma, como ya lo hizo entonces, que lo suyo fue una cuestión de «mala suerte». «Me tocó a mí. Yo antes era dueño de mi vida, ahora hay aspectos que no puedo controlar. Pero bueno, no puedo luchar contra eso. Es algo que me ocurrió a mí y vivo con ello», dice.
Y vive escoltado, volcado en los demás, transformado en un mediador social por su papel de «consejero vecino» en el Ayuntamiento burgalés y en sus servicios de Deporte; desde su puesto en el comité nacional de la Federación Española de Hermandades de Donantes de Sangre y como colaborador de la Asociación de Antiguos Alumnos Salesianos de su ciudad, organizando programas para fomentar la Formación Profesional. Y es que sostiene que si a los chicos les atiendes y te preocupas por ellos desde pequeños, evitas que de mayores se dediquen «a otras cosas». Y en ello está.
Ha sido también después de tantos años cuando el pasado 3 de junio, víspera de la multitudinaria manifestación que recorrió las calles de Madrid en contra de una negociación con ETA, tomaba la determinación de que su nombre figurara entre los miembros de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), uniéndose al clamor de «libertad, justicia y dignidad». Relata Francisco José Alcaraz, presidente de la AVT, cómo «me llamó para decirme que estaba con nosotros, que apoyaba nuestra reivindicación, pero que no podía asistir a la marcha», que bajo el lema 'Por ellos, por todos. Negociación en mi nombre no' se celebraría al día siguiente por lugares de Madrid en los que la banda había derramado tanta sangre. «Y ese momento -confirma Alcaraz- se inscribió en la AVT. Desde entonces, Ortega Lara trabaja duro con nosotros».
«Por solidaridad»
Afiliado al PP desde 1987, el 2 de mayo de 2003, al sexto año de su liberación, Ortega anunciaba que iría en penúltimo lugar de la candidatura de su partido al Ayuntamiento de Burgos, lista que encabezaba el ex ministro de Trabajo Juan Carlos Aparicio. Lo hacía por «solidaridad con todos los ediles de todos los partidos que se juegan la vida por defender sus ideas, sobre todo en el País Vasco. «Ocupo ese lugar como punto de apoyo, pero no para entrar en el Consistorio, ya que eso requiere una dedicación exclusiva que no puedo dar», señaló. De modo que sólo aceptó el cargo de consejero y parte del consejo de administración del Servicio de Deportes bajo la condición de no cobrar nada.
Bienvenido Nieto, su amigo y concejal de Deportes, asegura que la voz de esta víctima de ETA es su «labor es magnífica y brillante, siendo la voz de la calle del deporte de base». Junto a él comparte muchas horas de trabajo y confidencias, «y claro que hablamos de política, pero jamás le he visto airado cuando salen ciertos temas: siempre dice que lo importante es lo que está por venir y que nuestra obligación es garantizar un futuro mejor a los jóvenes. Y nunca hemos hablado de lo que le pasó». Ortega se niega a revivir los detalles de su cautiverio. Un pacto familiar le obliga a no hablar del cruel aniversario.