370

Bajo su entrañable "txapela" cabía mucho más que la pasión por el fútbol. Cabía mucho más que el amor y el afecto a las miles de personas que cada año pasaban por el colegio. Quienes tenían inquietudes que iban más allá del deporte rey descubrían a alguien tremendamente sabio que enseñaba en cada palabra que decía

370. Esos son los días que han pasado desde que el pasado 1 4 de Agosto de 2019 abandonara este mundo, el terrenal, para pasar a una nueva vida, a la Eternidad. Casualidad o no, víspera de una de las fiestas más destacadas de ... las dedicadas a la Virgen María.

370 días en los que, como usted sabrá, nuestra vida ha cambiado radicalmente. Nuestra forma de relacionarnos, de entender el ocio, el trabajo y el aprendizaje, en este tiempo, siguen sufriendo multitud de cambios y renovaciones. Cambios que también usted tuvo que hacer en la manera de educar, para adaptarse a los nuevos tiempos. Una virtud, la de adaptarse a los nuevos tiempos que muchos comprendimos su verdadera importancia el día que en su funeral, en el patio del Colegio San Felipe Neri se congregaron miles de personas, muchas de ellas no practicantes y algunas ni si quiera creyentes. Siempre supo que para acercarse a los jóvenes había que hablarles en su propio idioma y pocos eran tan directos como el deporte. Pocos tan directos como el fútbol.

Sin embargo, bajo su entrañable " txapela " cabía mucho más que la pasión por ese deporte, especialmente, por su Real Sociedad. Cabía mucho más que el amor y el afecto a las miles de personas que cada año pasaban por el colegio. Quienes tenían inquietudes que iban más allá del deporte rey descubrían en él a alguien tremendamente sabio que enseñaba en cada palabra que decía. Descubrían al sacerdote que, aunque se había adaptado a los nuevos tiempos, añoraba, a veces, rememorar la liturgia con la que había crecido y se había formado.

Bajo esa "txapela" estaba el marianista con el que tuve la suerte de confesarme y poder hablar con él, en libertad, de lo divino y lo humano. Con la libertad de hacer preguntas y de responder a las suyas. Uno de los primeros que me inculcó la responsabilidad de sentir una vocación, aunque no fuera religiosa: la de la política. Y es que, ésta, bien entendida, era tan necesaria para la sociedad como el sacerdocio. Siempre recordaré el momento en el que me dijo que era urgente que hubiese cristianos en política: personas que, con honradez y humildad, luchasen por un mundo mejor inspirados por el mensaje de Cristo.

Veía en su persona a alguien preocupado por el devenir de la juventud y su alejamiento progresivo de la fe. Alguien que influyó de manera determinante en mi forma de ser. Curiosamente, hablé hace poco de esa cuestión con otro sacerdote que también le conocía. Me dijo que en el mundo de hoy y, en especial, en los jóvenes, a veces, tenemos nuestra moral y nuestros principios difusos porque estamos necesitados de referentes que nos hagan saber qué senda o camino tomar. Referentes que, aunque en algún momento podamos salirnos del sendero, nos permitan volver sobre nuestros pasos y continuar hasta llegar a nuestro destino. Referentes que hagan que nuestros caminos sean como ríos que, aunque se desborden, siempre acaben desembocando en el mar que les corresponde.

Quizás no sea esencial tener referentes universales y baste con personas como usted. Personas que derrochen cariño, bondad y sabiduría. Personas de nuestro día a día que han pasado a la posteridad por la memoria que dejan en nosotros. Santos de carne y de hueso que algunos tuvimos el honor de tratar y conocer.

Muchos tenemos como uno de esos referentes al Padre Luis Castro . El sacerdote vasco adoptado por Cádiz que se ganó el corazón de todo aquel que trató con él.

Dicen que las personas buenas que llevamos en nuestro recuerdo siempre velarán por nosotros. Si es así, cuide de nosotros Padre Luis. Ahora, posiblemente, nos haga más falta que nunca.

Un fuerte abrazo de parte de todos desde aquí, desde la vida terrenal.

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