Rosa Belmonte
El paciente inglés
Estamos en una sociedad en la que cualquier ridícula polémica se contrae como una enfermedad contagiosa
El ayuntamiento conquense de Casasimarro ha denegado la propuesta de poner una placa conmemorativa del 40 aniversario de la matanza de Atocha (uno de los abogados asesinados, Ángel Rodríguez Leal , era natural de la localidad). "… Es nuestro deber procurar no herir sensibilidades de ninguna tendencia política en aras de preservar la convivencia pacífica de todos los vecinos del municipio", ha contestado el ayuntamiento gobernado por el PP al grupo Ahora, que pretendía que la placa se pusiera en el parque que ya lleva el nombre del abogado. Ignoro si el alcalde cree que ello "no implica posicionamiento concreto de la corporación", pero ¿ de verdad una placa heriría alguna sensibilidad ? No sé para qué pregunto, cuando vivimos en una sociedad en la que cualquier ridícula polémica se contrae como una enfermedad contagiosa.
A Eli Martín , simpática chica que trabaja para "La fábrica de la tele" en distintos programas, se le ocurrió reírse en Twitter de los emoticonos que representan diferentes tipos de familia en WhatsApp . "¿Es necesario ese exceso de tolerancia? ¿Existe gente que se ofende por no verse representada en un emoticono? Además, ¿quién los usa? Nadie". Por supuesto, la llamaron de todo. Homófoba lo que más. "No me parece tan grave decir que hay un exceso de emoticonos. Pero vosotros a lo vuestro con la homofobia. Soy Hitler". Ante la boba marea acabó pidiendo perdón.
Antonio Salas , magistrado de la Sala Civil del Supremo, se ha metido en un jardín por sus dudas sobre que el origen de la violencia de género sea el machismo. Señala "la dificultad de convivencia, la maldad de muchos seres humanos y la diferencia de fuerza física". Anda que si yo fuera magistrado del Supremo iba a estar en Twitter hablando con la chusma. Pudiendo hablar sólo con sentencias y papel timbrado. Su falta es haberse salido del sendero de la verdad. Le han llegado a recomendar que lea el Preámbulo de la Ley Integral de Violencia de Género , donde se recoge que las mujeres son sujetos pasivos del delito por el hecho de ser mujeres. Él ha dicho que prefiere el art. 14 de la Constitución.
El problema es que algunas de las cosas que Salas ha intentado comunicar mal en ese muro que rebota son las que hace años la juez María Poza elevó bien al Tribunal Constitucional . La magistrada planteó la inconstitucionalidad de dos artículos (el 171.4 y el 173.2) de la Ley de Violencia de Género y la cuestión se desestimó por un estrecho seis contra cinco. Poza alegaba que la ley violaba el artículo 14 de la Constitución (se diferencia a la hora de fijar las penas según el autor sea hombre o mujer). Además sostenía que la ley podía violar la presunción de inocencia. "Sólo desde una vocación demagógica puede despreciarse, con la gravedad añadida de hacerlo en una norma penal, la responsabilidad que las mujeres hemos tenido y seguimos teniendo en la pervivencia de la desigualdad", decía entonces Poza. Y podríamos hablar también de la "doctrina Parot" saltándose las leyes primero y sacando los colores a España después (lo hizo el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ). Pero ¿qué tendrán que ver las leyes con lo que debe ser?
En la octava temporada de "Seinfeld" hay un episodio titulado "El paciente inglés". Elaine no soporta la película que a todo el mundo le parece estupenda. El novio la deja por eso y su jefe la obliga a verla otra vez. Ella acaba gritándole a la pantalla: "¡Deja de contar tu estúpida historia sobre el desierto y acaba de morirte! ¡Muérete!". Casi todos los días me siento Elaine despreciando una nueva mentecatez.
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