Testimonios del coronavirus

Carta de una paciente con Covid persistente: «Me daba hasta vergüenza no poder decir que ya estaba bien»

«Hice la encuesta, en la que figuran 85 síntomas distintos, de los cuales yo he tenido (algunos aún tengo) 43 y uno más que no figuraba, en total 44. Al contarlos lloré, y a la vez me sentí comprendida»

Una enferma en su casa. Archivo ABC

Marisol Valencia

Empecé a encontrarme mal a principios de febrero , tenía fiebre alta y una tos insufrible y mi médico de cabecera dijo que era faringitis. Con el antibiótico la fiebre y el dolor de garganta desaparecieron, pero la tos no. Me faltaba hasta el aire. Tenía que ir a todos los sitios con una botellita de agua y caramelos.

Así seguí hasta marzo. Por aquel entonces en las clases y talleres a los que asistía en el centro cívico de mi barrio ya empezaron a bromear cada vez que tosía diciéndome que tendría "el virus ese que había venido de China".

No fue hasta el 22 de marzo cuando de nuevo empecé con fiebre alta (a la vez que mi marido, al que le habían dicho ocho días antes que aunque tenía malestar, fiebre y diarrea no era coronavirus) y al llamar y decir nuestros síntomas ya nos incluyeron en el protocolo Covid-19.

Empezaron a llamar cada dos o tres días para ver cómo estaba , me preguntaban por los síntomas y me recetaron dos tipos distintos de antibióticos, paracetamol y un broncodilatador, ya que los accesos de tos cada vez eran más fuertes y me faltaba el aire.

La fiebre nunca subió de 38 (que era el límite que me dijeron para llamar a Urgencias), pero cada vez me encontraba peor, aparte de la tos los síntomas iban aumentando y tenía cansancio extremo, fatiga, caída del cabello, diarrea, molestias estomacales, pinchazos musculares, dolor en el pecho, moratones espontáneos, conjuntivitis, inflamación en las articulaciones de los dedos, pérdida de uñas, dolores de cabeza, aftas en la boca e infección de orina. La médica de cabecera no sabía decirme si todos eran por el virus y para algunos me daba analgésicos y más antibióticos. Y mientras tanto, de prueba PCR nada de nada .

Tuve que llamar varias veces porque me asfixiaba por los accesos de tos. No había terminado uno y ya me empezaba otro, pero me decían que era peor ir al hospital y que si podía hablar por teléfono con ellos sin que me faltara el aire no me preocupara, que mis pulmones estarían bien

Yo cada vez respiraba más deprisa y al acostarme mi respiración sonaba como si los pulmones burbujearan. A mediados de abril, uno de los médicos que me atendió decidió que fuera al hospital a hacerme una radiografía. Con los hospitales colapsados, tenían preparada una carpa en el aparcamiento para estos reconocimientos por posible Covid. Allí me hicieron las placas y me dijeron que los pulmones estaban bien y que me fuera para casa, y por supuesto, sin prueba PCR, pues solo se la hacían a los que quedaban ingresados. No comprendía cómo podía sentirme tan mal.

La febrícula, la tos y algunos síntomas más permanecían, mientras otros iban y venían. Estaba siempre cansada y no podía hacer nada sin fatigarme. Empezaron a decirme que no forzase el corazón, y eso me preocupó aún más.

A finales de mayo la doctora de cabecera decidió por fin hacerme la PCR, que dio negativa. ¡Normal, después de dos meses! Pero, mira por dónde, a mi marido, que llevaba ya semanas sin síntomas, la prueba de inmunidad le dio IGg e IGm positivas. La médica le dijo que se quedara en casa durante otros 15 días, porque eso significaba que "su cuerpo aún estaba peleando con el bicho". Decidió por tanto hacerme la misma prueba a mí, y también me dieron ambos indicadores positivo. No salgas de casa (¡si aún no he salido!), no te canses (¡si no puedo hacer nada!), cuídate (¿más?)….. y ahí seguía yo, con febrícula, tos y todo lo demás.

A finales de junio, coincidiendo con el final del estado de alarma, hubo un par de días que no tuve febrícula y entonces mi médico decidió que había llegado el momento de terminar nuestra relación telefónica y no volvió a llamar más. No tengo queja, todo lo contrario, estoy muy agradecida del trato recibido, ellos han hecho lo que han podido y mucho más. Han sido momentos terribles que han puesto a todos los sanitarios en un papel que nunca les hubiera gustado estar. Comprendo que en otros momentos, como ahora, muchas personas que hemos pasado el virus en casa hubiéramos necesitado estar en un hospital, pero entonces había que establecer unas prioridades.

He pasado todo el verano igual de cansada, con tos, conjuntivitis, caída del cabello, aftas en la boca, malas digestiones, fatiga, dolores de cabeza casi a diario y con una sensación de incomprensión y de culpabilidad tremenda. Me daba hasta vergüenza que la mi familia y mis amigos me preguntaran y no poder decir que ya estaba bien. Me daba la sensación de ser una "floja", no entendía por qué no podía recuperarme….hasta que empecé a leer los testimonios de otros pacientes que están como yo.

Covid persistente dicen que es. No terminamos de encontrarnos bien. Se han empezado a crear de estos pacientes en las distintas comunidades autónomas y la Sociedad Española de Médicos Generales ha creado una encuesta para cumplimentar y ayudar a otros pacientes. Hice la encuesta, en la que figuran 85 síntomas distintos, de los cuales yo he tenido (algunos aún tengo) 43 y uno más que no figuraba en la lista, en total 44 síntomas. Al contarlos lloré, y a la vez me sentí comprendida al ver que no estoy sola.

Apenas salgo de casa , me da miedo reinfectarme, solo quiero recuperarme del todo y poder hacer vida normal, aunque me da la impresión que eso no podrá ser hasta que la vacuna esté lista.

Veo cómo se están comportando muchas personas y no lo entiendo, insolidarias, inconscientes, egoístas…. No me entra en la cabeza que todo siga patas arriba, porque solo nosotros tenemos la clave para salir de esta. Todos conocemos perfectamente la teoría, pongámosla en práctica, por ti, por mí, por todos.

* María Soledad Valencia Sandoval vive en Burgos.

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