Edurne Uriarte

Cinco mentiras sobre la corrupción

Edurne Uriarte

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Cuando escucho a la concejala de Podemos de Pamplona Laura Berro que su adjudicación de un contrato de 130.000 euros a una hermana se debió a «un despiste», me asombro de nuevo ante la facilidad con la que se han impuesto las mentiras sobre la corrupción en el debate político. Hasta cinco mentiras que tuvieron gran importancia en la campaña electoral de diciembre, aún más en el proceso de negociación fallido posterior, cuando pasó a convertirse en el argumento principal para el veto a Rajoy de Pedro Sánchez y de Albert Rivera, y que seguirán en el centro de los debates y de las estrategias de los partidos. Y en el populismo antipolítico que invade a las democracias, agitadas como arma política por líderes como la despistada podemita navarra.

Que la corrupción es un problema de los políticos y no de los limpios, éticos y cumplidores ciudadanos es la peor mentira

Primera mentira, la pretensión de los nuevos partidos, Podemos, o no tan viejos, Ciudadanos, de combatir la corrupción desde una posición ética mucho más limpia y coherente que los viejos partidos. En el caso de Podemos, el contraste entre sus promesas y su realidad es tan enorme, con varios «despistes» como el de Pamplona, que el observador pasa en momentos del asombro a la hilaridad. Y sin que aún sepamos adónde, a quién y cómo se movieron exactamente esos millones de euros entregados por el Gobierno de Hugo Chávez según el ministro responsable. Y la mayor coherencia de Ciudadanos en lo que se refiere a la corrupción de sus propios miembros por su estrategia de quedarse fuera de los gobiernos contrasta con la llamativa incoherencia sobre los demás. Cuando obliga, por ejemplo, a dimitir al alcalde popular de Granada tras ser imputado y no pide la misma dimisión para el imputado consejero de Economía de la Junta de Andalucía con el increíble argumento de que lo suyo «no es corrupción política». Como si las acusaciones en el cargo de rector de una universidad pública fueran ¿de ámbito privado?

Segunda mentira, que el PP tiene más corrupción que el PSOE, mentira que ha tenido un considerable éxito en las percepciones de los ciudadanos, a pesar de su falsedad. Falsedad tanto en relación con el número de imputaciones como, sobre todo, en relación con millones de euros investigados en uno y otro partido, de mucha mayor cuantía en el PSOE. La segunda mentira se ha unido, además, a una tercera mentira, la de la mayor corrupción de la derecha en comparación con la izquierda. Que también funciona por un factor histórico de nuestra cultura política, el dominio de la izquierda en la definición de ideas y valores, por ejemplo, la de la superioridad moral de la izquierda.

Y ambas mentiras, la segunda y la tercera, han fundamentado la cuarta, la mentira de que Pedro Sánchez y Albert Rivera habrían vetado a Mariano Rajoy por sus responsabilidades en la corrupción del PP y porque, dice Rivera, no es el líder adecuado para combatir la corrupción. Pero sí lo serían, por ejemplo, Susana Díaz o el propio Pedro Sánchez, con tantos casos de corrupción en sus filas. Insostenible contradicción que probablemente desmontará el propio veto tras el 26 de junio, sobre todo el de Albert Rivera.

Y quinta y última mentira, la que ayuda a vender las cuatro anteriores entre los votantes, aquello de que la corrupción es un problema de los políticos y no de los limpios, éticos y cumplidores ciudadanos. Sin duda, esta es la peor mentira de todas porque es la que alimenta el populismo, la que hace más daño a la democracia, la que fomenta el desarrollo de una ciudadanía irresponsable que destruye pero no construye nada alternativo.

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