«El estafador nos dejó sin vacaciones pero le vamos a encontrar»

El pasado día 9, Lydia Canales recibió un mensaje. Un amigo le enviaba la información publicada por este periódico sobre las familias estafadas en la playa de La Antilla con supuestos pisos de alquiler vacacional . Inmuebles que el presunto delincuente anunciaba por internet pero que luego no existían. «Empecé a leer el artículo y se me puso la carne de gallina», recuerda. El seudónimo del supuesto arrendador al que se refería, así como la zona y el modus operandi, encajaban con la misma pesadilla que su familia y ella habían vivido unos días atrás.

No era la primera vez que esta usuaria elegía su lugar de vacaciones en la red. Anteriormente, había alquilado a través de Milanuncios apartamentos en Isla Canela, Rota y Sancti Petri . «Nunca habíamos tenido un problema» garantiza. Tras comprobar que había sido estafada, se puso las pilas para colaborar con la Policía. “Junto al agente que me atendió en la Comisaría de Bormujos, donde puse la denuncia, pude comprobar que el número de teléfono había sido dado de alta el mismo día en que me comuniqué con el estafador por primera vez”, expone.

A Canales el asunto empezó a escamarle una semana antes de la fecha de entrada. «Mis padres iban a trasladarse el 1 de agosto y el viernes anterior le envié un Whatsapp al supuesto Ignacio Alberto Maldonado confirmándole que le había hecho la transferencia. Como no tenía respuesta, mandé a mi cuñada, que tiene una casa allí, a comprobar que el piso existía. Acudió, pero no encontró a nadie en la vivienda ». Aquello ya le hizo sospechar: copió el número de móvil en Google y empezó a averiguar en qué otras páginas aparecía. En una de ellas, estaba asociado a un anuncio de una inmobiliaria que solicitaba un profesional para un puesto de gerente. «Llamé a la empresa, Mercarservice, y en la central me confirmaron que había sido un franquiciado de ellos ».

Como se lee en otras denuncias, el estafador, tras un tiempo fuera de juego, retomó el contacto con sus víctimas poco antes del 1 de agosto, arguyendo que había tenido el teléfono estropeado. Para Lydia, aquella excusa fue insuficiente, de modo que insistió a la inmobiliaria con la que supuestamente había trabajado para que le dieran algún dato más de su antiguo colaborador. «Me dejaron una dirección de correo electrónico en la que su nombre no era Ignacio Alberto Maldonado sino Ignacio Aguas Elías». La afectada brindó toda esta información a la Policía el día que puso la denuncia. El agente que la atendió buscó ese segundo nombre en internet y comprobaron que se correspondía con el de un hombre de 35 años con antecedentes , un delito por el que había sido condenado en el año 2007. «Me consta que tiene una empresa en la avenida Juan Carlos, en Alcalá de Henares. He intentado contactar con ella pero no ha sido posible, ha dado de baja sus perfiles en las redes sociales. Nos ha dejado sin vacaciones pero queremos hacer lo posible por dar con él».