Seis lugares y estilos de vida extraordinarios que quizás no sabías que existían
Sus tradiciones, puestas a prueba a lo largo del tiempo, ayudan a conservar la biodiversidad y sirven de ejemplo para la consecución del objetivo de Naciones Unidas de erradicar el hambre
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1
Japón
El río Nagara es uno de los ríos más limpios de Japón. Sus aguas claras albergan peces tan conocidos como el ayu, proporcionan agua de calidad a las comunidades cercanas y riegan arrozales y otros campos. Tanto el río como su famoso pez ayu , están conectados económica, histórica y culturalmente a la región. El ayu tiene gran importancia en la cultura culinaria japones a y se cocina de varias formas (incluyendo el sushi de ayu). Como tal, esta región protege este famoso pez mediante la imposición de fuertes restricciones a la pesca y garantiza que los bosques de aguas arriba estén bien mantenidos, ya que mantiene las aguas del Nagara libres de contaminación, explican desde la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) .
2
Perú
Las impresionantes terrazas de la región de Cuzco y Puno son prácticamente sinónimos de viajes obligados a Perú. Durante más de 5.000 años, los agricultores indígenas y locales de la región andina han estado utilizando terrazas para convertir las pendientes empinadas en zonas productivas para cultivos, y han mantenido una gran biodiversidad de especies vegetales, incluyendo un gran número de variedades autóctonas de maíz y patata, por ejemplo.
Los pueblos de esta región se han adaptado a las altitudes de los Andes y han cultivado de manera sostenible e innovadora, como con el uso de sistemas que capturan la lluvia y la calientan durante el día.
Los pueblos indígenas de estas regiones tienen una fuerte relación con la «Madre tierra» (Pachamama) y con las colinas, montañas , ríos y fenómenos atmosféricos que ellos representan dioses locales (Apus), recuerdan desde la FAO . Los pueblos indígenas de esta región no sólo sienten solidaridad por la naturaleza: tienen un fuerte sentido de comunidad; muchas veces mantienen parcelas para uso comunitario para apoyar a las viudas, los huérfanos, los enfermos o aquellos que no tienen recursos, añaden desde la organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
3
Bangladesh
En algunas partes del sur y el centro de Bangladesh , las inundaciones pueden durar períodos prolongados, impidiendo el uso de la tierra para la agricultura tradicional.
En respuesta, los agricultores han desarrollado un sistema único en el que las plantas se pueden cultivar en el agua. Estos « jardines flotantes » se hacen en camas orgánicas de jacinto acuático, algas y otras composiciones vegetales.
Los jardines producen una variedad de frutas y verduras como melón, okra, calabaza, pepino, espinaca y amaranto, y permiten que los humedales se cultiven casi todo el año.
Los jardines flotantes son también diez veces más productivos que los jardines terrestres de tamaño similar y son respetuosos con el medio ambiente, ya que no requieren fertilizantes ni pesticidas, aclaran desde la FAO.
4
Chile
La Isla de Chiloé (Chile) es una reserva única de muchas especies nativas de flora y fauna que están en peligro de extinción. La remota ubicación del archipiélago ha supuesto la preservación de una gran biodiversidad.
Chiloé era tradicionalmente conocida como «la cultura chilota de la patata » porque dicho tubérculo había sido la fuente fundamental de sustento y, por lo tanto de vida, en estas islas remotas. Hubo un tiempo en que la isla albergaba entre 800 y 1000 especies de patata nativas. Hoy en día la cifra ha descendido hasta las 91.
Históricamente, las mujeres rurales llevaron a cabo las actividades de conservación de la biodiversidad en las pequeñas parcelas de sus huertas familiares. Ellas fueron responsables de recolectar semillas de diferentes variedades en sus respectivas comunidades y mantener este patrimonio, aseguran desde la FAO.
5
Kenia y Tanzania
Los Masai son agropastoristas semi-nómadas que crían animales tales como vacas, cabras, ovejas y búfalos .
Las comunidades Masai -que han adaptado su modo de vida a las áridas tierras del sur de Kenia y el norte de Tanzania viven en sintonía con su medio ambiente y tienen una gran comprensión de la naturaleza, en especial con respecto al clima y la vida silvestre. Tales habilidades han sido perfeccionadas para sobrevivir en entornos accidentados. Dependen en gran medida de los conocimientos tradicionales y las prácticas transmitidas a lo largo de los siglos para poder satisfacer sus necesidades alimentarias y convertirlos también en un medio de vida, corroboran desde la FAO.
Han cooperado en construir y mantener el paisaje en el que la vida silvestre puede prosperar. Compartiendo bosques y tierras con la vida silvestre, los Masai sólo cosechan lo que necesitan. Estos fuertes valores de conservación se reflejan también en sus prácticas religiosas y culturales.
En la actualidad los Masai también han comenzado a involucrarse como guías de turismo sobre la vida silvestre de Kenia y Tanzania debido a su gran conocimiento y conexión con la vida salvaje.