A pesar de ser un dispositivo de seguridad dinámica que en los últimos años ha alcanzado un nivel de «popularidad» muy elevado, la utilización y modo de actuar de los frenos ABS siguen planteando dudas entre los usuarios. Con los frenos ABS, la creencia generalizada es que permiten unas mejores y más potentes frenadas. En parte, es cierto. Pero en verdad lo que el ABS pretende y consigue es que las ruedas del coche no se bloqueen cuando efectuamos una frenada muy brusca, repentina o sobre suelos deslizantes, manteniendo una cierta capacidad de dirección para salir del apuro.
El ABS no hace milagros. La física se impone, y una frenada a lo loco, puede llevar el coche a la cuneta, con ABS o sin ABS. De todas formas, conviene precisar cómo se debe actuar ante una frenada de emergencia con un antibloqueo de frenos instalado en el vehículo. Al contrario que en los automóviles que no tienen este dispositivo, en los que la frenada de emergencia sobre firme deslizante requiere una cierta habilidad del conductor, regulando la presión del freno para no bloquear las ruedas; en los coches con ABS el funcionamiento es más sencillo. No requiere ningún tipo de habilidad y sí que la presión ejercida sobre el freno sea continua y lo más fuerte posible. En pocas palabras, la frenada de emergencia con ABS es mejor hacerla «pateando» el freno, casi subiéndose encima del pedal, con la máxima presión posible. Es la forma adecuada de que el sistema electrónico que regula el ABS actúe de la forma más eficaz posible y evite el bloqueo de ruedas. El ordenador del sistema regula la presión ejercida por sí mismo, en base a unos valores establecidos -diferencia de velocidad de giro de las ruedas principalmente-, para conseguir la optimización de la frenada-.
La fase actual de los ABS contempla mejoras significativas, que podríamos denominar como «inteligentes». En este, un sistema complementario al antibloqueo de frenos potencia la presión de frenada, al detectar que el conductor efectúa una maniobra de emergencia en este sentido. El sistema «aprende» la dosificación de la frenada de cada conductor en situaciones normales; cuando detecta que éste efectúa una frenada con una presión de pedal de freno superior a la normal, amplifica la potencia del sistema de frenos ABS para paliar una hipotética falta de respuesta por parte del conductor.