El estrés, un mal compañero de viaje
Un conductor estresado aumenta su nivel de ansiedad, nerviosismo y precipitación en la toma de decisiones y no resulta un buen conductor
Ahora que estamos iniciando las ansiadas vacaciones no conviene salir disparado con el coche hacia nuestro destino si estamos muy cansados o estresados.
Todos los estudios hablan del riesgo que supone conducir estresado, de los cambios que se producen, sin nosotros ser conscientes muchas veces, cuando el cansancio y el estrés se apoderan de nuestro cuerpo y mente. Un riesgo que hace que aumenten nuestras posibilidades de sufrir un accidente hasta en un 28% .
Por eso y según un estudio realizado por BP, CASTROL y RACE si vamos a coger el coche estos días, conviene tener en cuenta qué y de qué manera nos afecta el estrés cuando conducimos y pensar un poco si no conviene esperar un día o dos a recuperarnos antes de emprender la marcha.
- Una reducción de la concentración del 12%, lo que se traduce en un aumento del 30% en el tiempo para la toma de decisiones.
- Una reducción en un 66% de la capacidad de recordar el trayecto realizado, tanto en la memoria a corto como a largo plazo. De hecho, un conductor en estado de estrés recuerda un 20% menos de señales de tráfico respecto a una conducción normal .
- Una disminución de la percepción del riesgo, aumentando en un 17% el número de maniobras bruscas realizadas y aceleraciones.
- Un incremento del 12% en su nivel de frustración respecto a un estado normal, frente al deseo de terminar el recorrido en un menor tiempo.
- Un aumento de la tensión muscular superior al 50% al conducir, motivo por el cual se ha detectado un incremento en los niveles de fatiga del conductor de más de un 80%, incluso tratándose de un trayecto corto.
- Una disminución de su campo de visión, fundamental para una conducción segura . Los resultados muestran cómo un conductor estresado sufre el conocido como “efecto túnel”, que aumenta a medida que se incrementa la velocidad. Los “mapas de calor” obtenidos durante la conducción sin estrés indican que el conductor se beneficia de una mayor visión periférica y homogénea, que le permite tener una atención más significativa a los elementos exteriores como señales, entorno de tráfico, cruces, etc., así como una mayor atención a los espejos, cuadro de instrumentos y mandos del vehículo. Por el contrario, en la conducción con estrés las pruebas demuestran que existe una menor visión periférica , basada en una visión por impactos y atención sólo a la zona central, prestando poca atención a los elementos exteriores: señales, tráfico, cruces, personas, y una casi inexistente atención a los espejos retrovisores del vehículo.
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