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Antes de viajar, revisa tus emociones

Cuando no nos encontramos bien emocionalmente, la conducción se convierte en un acto que utilizamos para desahogarnos y podemos llegar a dejar salir nuestros impulsos sin control

Madrid Actualizado: Guardar
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Antes de salir de viaje, sobre todo si este es largo, nos aconsejan llevar el coche a una revisión de neumáticos, batería, luces, etc. para que el vehículo esté en muy buenas condiciones y no suponga un peligro en la carretera. Pero lo que no se suele tener en cuenta, antes de ponerse al volante, es hacer dicha revisión a uno mismo y detenerse a tomar conciencia de en qué condiciones nos encontramos y cómo está nuestra salud mental. Según la doctora Marisa Navarro, autora del libro «La medicina emocional», preguntarnos estas cuestiones y otras similares hará que seamos conscientes de nuestro estado físico y mental. Esto nos ayudará a tomar decisiones adecuadas sobre nuestro estado para enfrentarnos a un viaje en carretera y de esta manera prevenir posibles accidentes de tráfico.

Conducir es una actividad que despierta muchos y diferentes sentimientos. Normalmente provoca emociones positivas, explica la doctora, pues dirigir un vehículo, nos hace sentir satisfechos y capaces, nos divierte, e incluso alimenta nuestro ego. Por ello muchos conductores confiesan que conducir les relaja y hasta les pone de buen humor. Esta sensación es un arma de doble filo, asegura la Dra. Navarro, porque en ocasiones, sobre todo cuando no nos encontramos bien emocionalmente, la conducción se convierte en un acto que utilizamos para desahogarnos, con el que expresamos nuestro estado de ánimo. Así podemos llegar a dejar salir nuestros impulsos sin control, tomar una actitud agresiva e incluso insultar, con la confianza que nos provoca el estar al mando de un volante.

Lo hacemos sin ser conscientes de que al conducir, en un estado emocionalmente inestable, adquirimos mayores riesgos, pues podemos por ejemplo ir más deprisa, cometer más errores, no prestar atención o tomar decisiones inadecuadas, afirma Marisa Navarro. Estar deprimidos, ansiosos, tristes, decaídos, aburridos, eufóricos, obsesionados o preocupados, afecta a la conducción de forma negativa. Por ello la doctora insiste en que hay emociones que debemos detectar antes de salir a la carretera, y dependiendo de ellas coger o no el coche, como por ejemplo:

- La ira: si estamos enfadados o alterados, mejor relájate antes de conducir, porque si hay una emoción especialmente peligrosa a la hora de conducir es esta. La ira te puede llevar a tener conductas peligrosas al volante, al potenciar la agresividad, que es la enemiga número uno de la seguridad vial.

- La ansiedad: por un lado, cierto nivel de estrés o ansiedad, puede hacer que estemos más atentos en la conducción y podamos reaccionar ante un imprevisto. Por el contrario un nivel alto nos bloquea para realizar muchas actividades, entre ellas la conducción. Practicar algunas técnicas de relajación mediante la respiración da muy buen resultado contra la ansiedad, afirma la doctora. «Lo que no se debe hacer es tomar un ansiolítico antes de conducir, porque adormecen» añade. Además, según Marisa Navarro: «En algunos casos se sufre inquietud al realizar determinadas maniobras que se consideran más peligrosas como la incorporación a una autovía o adelantar, pero es normal, y con tranquilidad y concentración y total atención en lo que hacemos, conseguimos superarlo».

- El miedo: al igual que la ansiedad, el miedo nos hace más prudentes al volante, pero sin llegar a un grado tan alto que podría paralizarnos y hacer nuestra conducción más peligrosa. Para generar ese respeto que se merece la conducción, se aconseja tomar conciencia de lo que llevamos dentro del vehículo, y decirnos frases como: «quiero muchísimo a mi familia y la protejo», «estaré muy atento porque dentro de mi coche llevo lo más valioso que tengo». Estas u otras por el estilo, hacen que se despierte en nosotros un cierto temor responsable y protector, algo que puede ser muy positivo para la conducción, sobre todo cuando vamos a realizar largos trayectos o antes de salir de vacaciones.

- La tristeza: conducir en un estado de ánimo bajo, puede ser peligroso porque normalmente vamos pensando en la causa de nuestro estado, lo que nos entristece, y dejamos de concentrarnos en la carretera. Ponerse al mando de un coche, requiere de nuestros cinco sentidos, por ello nunca se debe arrancar, si nuestra mente no está totalmente centrada. Por otro lado, la Dra. Navarro explica que hay otras emociones que debemos potenciar antes de ponernos al volante.

- La empatía: es la emoción más básica que debemos tener al mando de un vehículo, para además de no ponernos en peligro a nosotros mismos, no poner en peligro a los demás. «Cuanto más amables somos, más positivos y más empáticos, mejores conductores. Cuando nos preocupamos por las emociones de los demás, y por su seguridad y bienestar, nos convertimos en conductores más seguros y fiables» asegura Marisa Navarro.

- El optimismo: nos hace más tolerantes, amables, colaboradores, considerados y empáticos. Por el contrario las personas más competitivas, o intolerantes, pesimistas, poco colaboradoras, perfeccionistas, impacientes, etc. suelen tener más accidentes de tráfico y además son sancionadas con mayor frecuencia.

Por último, la Dra. Navarro recuerda que para conducir es muy importante que estemos centrados en el momento presente. Si bien el manejo del vehículo lo hacemos de forma automática mientras podemos ir pensando en otras cosas, todos nuestros sentidos tienen que estar muy presentes, para ver, escuchar, y percibir todo lo que ocurre a nuestro alrededor, y poder reaccionar prestos ante situaciones que lo requieran.

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