Los Alfa Romeo BAT o el vuelo de la imaginación
Franco Scaglione diseñara en los años cincuenta, dentro de la casa Bertone, tres automóviles únicos e irrepetibles
El final de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, marca el principio de la influencia de los Estados Unidos en todo el mundo en general y en Europa en particular. Es evidente que su papel, clave en la derrota de la Alemania nacionalsocialista, lleva a los americanos a ejercer una verdadera fascinación en la sociedad a todos los niveles; desde la coca-cola a los «jeans» pasando por los electrodomésticos, los atributos del «american way of life» son exportados a todo el mundo. Y el automóvil, reflejo cultural y social, no es ajeno a este fenómeno.
Aviones y el sueño americano
En los Estados Unidos el diseño los automóviles de los años cincuenta se ve influenciado por la aeronáutica, por los cazas a reacción. Todo empezó con los «dreams car», aquellos espectaculares prototipos como el Le Sabre de 1951 presentado por General Motors, o el Golden Rocket de 1956 realizado por Oldsmobile, y pasó posteriormente a los coches de calle de finales de los cincuenta y principios de los sesenta con sus enormes aletas traseras en forma de exagerados alerones (aquí se suma el espíritu de la carrera espacial) como el Ford Fairlane de 1957, el Cadillac Coupé DeVille de 1959, o el Chrysler 300 F de 1960, por citar algunos ejemplos.
Pero volvamos al núcleo de la década de los cincuenta. Esta fascinación por la aeronáutica tendrá su propia lectura en Italia, con una interpretación más limpia, más tecnológica y menos barroca de la que hacen, por ejemplo, carroceros franceses como Saoutchick. La carrocería francesa, que había tenido sus «días de gloria» en los años 30, después de la guerra cae en ciertos excesos, en un diseño no muy afortunado sobre viejos chasis de marcas francesas de prestigio como Delahaye o Talbot. Sin embargo, en Italia, una joven generación de estilistas se expresa sobre bases más modernas de Alfa Romeo, Lancia, Maserati o Ferrari.
Este es el caso de Bertone. La empresa carrocera, que había nacido en 1912 de la mano de Giovanni Bertone, en los cincuenta tiene a su frente a Giuseppe «Nuccio» Bertone, hijo del fundador, cargado de ideas nuevas y consciente de que es necesario ir hacia delante tanto en el plano creativo como industrial para poder sobrevivir en un tiempo diferente al del periodo de entreguerras.
«Waky» Arnolt y Nuccio Bertone
En este panorama italiano aparece «Wacky» Arnolt (su nombre era en realidad Stanley Harold), un americano multimillonario radicado en Chicago, amante de las carreras, fabricante de motores marinos y con una presencia física que no pasaba desapercibida, dado su peso elevado , y con un sombrero Stetson que dejaba fuera de toda duda sus orígenes, ya desde la distancia. A principios de los años 50 funda la SH Arnolt Inn, empresa importadora en el Medio Oeste de Estados Unidos, de modelos de marcas inglesas: en principio MG, Riley y Morris, y más tarde de Rolls Royce, Bentley y Aston Martin. En 1953, durante una visita al Salón de Turín descubre en el estand de Bertone, un roadster y un coupé diseñados por Giovanni Michelotti sobre chasis del MG TD. «Wacky», que a pesar de su estilo no dejaba de apreciar un bello automóvil, queda encantado al ver la posibilidad de dar un sello distintivo a sus importaciones.
Llega a un acuerdo con Nuccio Bertone, según el cual el carrocero italiano fabricaría una serie de doscientos coupés y cien roadsters. Los chasis, con motores 1.2 de 54 CV, eran enviados desde la fábrica de MG en Abingdon (Reino Unido) y en Italia se les soldaba la carrocería en la fábrica de Bertone. Finalmente, solo se hicieron 67 coupés y 36 descapotables, pues MG no pudo cumplir con el suministro de los chasis y motores pactados. Bertone había realizado una fuerte inversión y esa situación ponía aún más en peligro su situación económica. Esto lleva a que Arnolt y Bertone se decidan recurrir a otro fabricante británico, Bristol, para que les suministre chasis y motores, que reciben una carrocería diseñada por Franco Scaglione, que ya había realizado la de tres Aston Martin encargados por Arnolt.
El enigmático Scaglione
Scaglione había nacido en Florencia en 1916, en el seno de una familia italiana de rancio abolengo. De carácter tímido es uno de los personajes más originales en la historia de las carrocerías, y también de los más enigmáticos. De joven se siente atraído por el arte y las ciencias humanas, pero poco a poco se va apasionando por la mecánica y orienta su formación hacia la ingeniería. Terminada la guerra (había sido capturado en el frente libio por los ingleses y enviado a un campo de prisioneros en la India), vuelve a Italia donde para ganarse la vida incluso hace diseños de moda. Posteriormente trabaja en la industria aeronáutica, en Milán y Bolonia
Pero sigue atraído por el automóvil y decide ir a Turín, capital de fabricantes y carroceros. Así, busca entrar en alguno de los carroceros de la época. Diseña un deportivo, sobre base Lancia, en Balbo, intenta entrar Pinin Farina, sin éxito pues se le considera excesivamente revolucionario, y finalmente llama a la puerta de Bertone en 1952, donde si se aprecian sus ideas de vanguardia.
Y es en Bertone donde imagina una trilogía de prototipos: los «Berlina Aerodinámica Tecnica» o BAT 5, 7 y 9 que van a reflejar algo totalmente distinto.
La trilogía de los BAT
Si, en efecto, cuando en abril de 1953 se presenta el BAT 5 en el Palacio Valentino, marco del Salón de Turín, el público cree sentirse en una historia de ciencia ficción al descubrir un automóvil que rompe con todos los conceptos clásicos.
Scaglione, al igual que los americanos, se ha inspirado en la aeronáutica, pero el resultado es distinto. Esa diferencia nace de una síntesis entre un sentido de la estética muy italiano, que tiene algo de poesía «mecánica», y una formación como ingeniero que le aleja de la extravagancia americana. Su formación técnica le lleva a concebir unos automóviles que no se conforman con ofrecer simplemente imagen aeronáutica, como en el caso americano, sino también un trabajo aerodinámico real: el BAT 5 tiene un Cx de 023 y el BAT 7 un extraordinario 0,19.
El BAT 5 el primero de la saga, utiliza como base mecánica el Alfa Romeo 1900 Sprint, con un motor de cuatro cilindros y doble árbol de levas en cabeza, con 115 CV de potencia. A nivel estético deja entrever, pero llevado al paroxismo, algunos rasgos que había mostrado en un trabajo realizado para Abarth y presentado en el Salón de París de 1952.
El BAT 5 tiene unas derivas, unas alas que inician su ascendente línea desde la base de los montantes del parabrisas para expandirse hacia arriba en la parte posterior, en la que aparece una gran luneta dividida en dos partes por un montante central. Las cuatro ruedas van totalmente carenadas y los faros, escamoteables, se disimulaban en el flanco interior de las aletas delanteras. Como la distancia entre ejes del Afa 1900 Sprint era de 2,50 metros, el BAT 5 resulta bastante compacto. Su estilo puede dar en algunos casos una imagen monstruosa, pero tiene una enorme fuerza escultural y conlleva la sublimación del arte de la chapistería.
Un año después, en abril de 1954 y siempre en el marco del Salón de Turín, se presenta el BAT 7, el más radical de los tres. Mientras en el BAT 5 las «alas» posteriores son verticales, en el 7 van replegadas, como las de una cigüeña en tensión, y prácticamente ocultan por los laterales el espacio de los dos ocupantes. Y a esto se unen grandes salidas de aire que nos recuerdan a un reactor. Este BAT 7, tras ser expuesto en la cita turinesa, es vendido a un americano, piloto aficionado, que lo pinta de rojo y con el que participa en una carrera en Palm Springs en 1955.
En el mes de abril de 1955 se presenta el BAT 9. Es, sin duda, el más clásico de esta trilogía, con sus alas más suavizadas, las ruedas a la vista, y su frontal presidido por la clásica calandra Alfa y unas ópticas fijas.
Con este tercer BAT se cierra este proyecto realizado sobre la base del Alfa 1900 Sprint. Un proyecto que sirvió a Bertone para afianzar su personalidad, su estilo, algo que no había logrado nunca, frente a otros carroceros italianos. Y también ganarse un respeto internacional en el campo de la aerodinámica.
Em cuanto a Scaglione, haría en su etapa en Bertone otros destacados trabajos como el Alfa Romeo 2000 Sportiva Berlinetta de 1956, el Alfa Romeo Giuletta Sprint Speciale de 1957 (capaz de alcanzar 200 km/h con un modesto motor 1300 gracias a su aerodinámica) o el Maserati 3500 GT Coupé de 1959.
El Maserati será su último trabajo en Bertone, de donde sale ese año de 1959 para crear un estudio de diseño independiente. De él nacerán las carrocerías del Lamborghini prototipo 350 GTV de 1963. Sus líneas, ligeramente suavizadas por Touring, serán las del primer modelo que pone en venta la firma de Sant'Agata. Otro de los trabajos firmados por Scaglione es el bellísimo Alfa Romeo 33 Stradale del que Carrozzeria Marazzi fabricó 14 ejemplares entre 1967 y 1969.
Para la firma Intermeccanica diseña varios modelos como el Griffith (1964), Torino (1966), Italia GFX (1967) o los Indra con mecánica Opel, en carrocería convertible (1971) y coupé (1972).
La quiebra de Intermeccanica supone un duro revés económico para Scaglione a lo que se suman problemas de salud, una situación que le lleva a retirarse a Suvereto, en la Toscana, donde muere, en un injusto olvido, en el año 1993.
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