Bruselas debate flexibilizar el recorte de emisiones de los coches previsto para 2030

Los ecologistas acusan al Gobierno español de «falta de ambición» en la mesa negociadora. Dos enmiendas propuestas por el Consejo permitirían reducir sensiblemente el recorte real respecto al que finalmente aprueben las instituciones comunitarias

Tráfico en Bruselas EFE

U. Mezcua, I. Miranda

La Unión Europea encara la recta final de una negociación que condicionará el futuro de la industria automovilística europea. El Parlamento, el Consejo y la Comisión ultiman los objetivos de reducción de emisiones de CO2 a los que los fabricantes deberán ceñirse durante la próxima década . De ellos dependerá no solo el cumplimiento o no de los objetivos establecidos por el acuerdo climático de París de 2015, que pretende evitar los 2ºC de calentamiento global sobre la época preindustrial. También aspectos como el precio de los vehículos o la competitividad de la industria automovilística europea, que ve con preocupación como Asia monopoliza la producción de baterías.

El principal obstáculo para el acuerdo es la falta de una posición común entre las distintas instituciones comunitarias. El Europarlamento exigió en octubre un recorte del 40% en 2030 respecto a los 95 gramos de CO2 por kilómetro de 2021, y la Comisión pidió hace un año que este se limitase al 30%. Entre medias, los países miembros apostaron por un 35%, con un intermedio en 2025 del 15%. Un término medio defendido por España que situaría el esfuerzo reclamado a la industria entre las posiciones más conservadoras, lideradas por Alemania, y las más ambiciosas, capitaneadas por Francia. Dos enmiendas propuestas por el Consejo Europeo en los últimos compases negociadores, no obstante, podrían limitar el impacto final del recorte. Para ello será clave la posición de España, que según las organizaciones ecologistas, se ha suavizado en la mesa negociadora. Según fuentes del Ministerio para la Transición Ecológica , «España trabajó donde tenía que trabajar (en el Consejo)» y «peleó su posición». «No hay nada más que añadir», insisten, sin revelar si apoyaron o no esas enmiendas.

«A pesar de que la Comisión Europea se ha comprometido a una Europa de cero emisiones en 2050, y de que nuestro gobierno dice perseguir ese mismo objetivo, en las negociaciones España no apoya con suficiente ambición que la industria del automóvil acelere los cambios necesarios», asegura Miriam Zaitegui , de la organización ecologista Ecodes.

La primera de las modificaciones propuestas por el Consejo Europeo supondría introducir un factor multiplicador del 0,5 que bonificaría la venta de vehículos híbridos enchufables, cuyas emisiones varían enormemente dependiendo de si se emplea o no la batería eléctrica incorporada o únicamente el motor de combustión. La segunda permitiría la doble contabilización de los vehículos de cero y bajas emisiones en estados, como España, en lo que sus ventas estén por debajo del 60% de la media comunitaria. Adicionalmente, estos vehículos podrían ser comercializados en otros países con conductores más proclives a adquirirlos.

De aprobarse las dos, un recorte del 35% podría ser en realidad del 31,8%, según cálculos de la federación de organizaciones ecologistas Transport&Environment, en la que se integra Ecodes. Ambas supondrían emitir más de doce toneladas extra de CO2 en 2030.

En la cuarta reunión de las instituciones comunitarias, celebrada el lunes por la noche, estas dos enmiendas supusieron un motivo de choque que obstaculizó que se alcanzara un acuerdo. Por ello, la discusión pasará a 2019 , cuando la presidencia del Consejo Europeo habrá dejado de estar presidida por Austria y pasará a Rumanía.

Líneas rojas

Por parte de los fabricantes, la patronal europea Acea reiteró ayer su «compromiso» con la reducción de emisiones, pero alertó que de establecer un objetivo « extremadamente agresivo » como el 40% propuesto por la Eurocámara (que también incluye cuotas de venta de vehículos eléctricos y enchufables) «se pondrá en peligro el acceso a una movilidad sostenible para millones de europeos». Las compañías del sector alertaron de que con un exceso de ambición «se correría el riesgo de hacer los coches demasiado caros».

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