¿Han trucado el cuentakilómetros?
'Afeitar' un tacómetro digital es posible, aunque en un servicio oficial se puede saber con bastante si este ha sido manipulado
Muchos conductores optan por comprar vehículos nuevos ante las dudas de que los coches de ocasión tengan más 'goteras' de las que pueden verse a primera vista. La principal, aunque cada día más difícil pero no imposible, es que el coche de segunda mano tenga manipulado el cuentakilómetros, lo que en el argot se denomina 'afeitado'.
La digitalización del vehículo ha complicado el trucaje de aquellos cuentakilómetros de antaño, pero la estafa sigue cometiéndose. La digitalización permite que esa manipulación se pueda hacer con el oportuno programa , pero si se realiza también queda constancia de que se ha hecho.
Comprobar los kilómetros reales del vehículo es actualmente muy fácil. Solo basta con conectar el coche a equipo de diagnostico, preferiblemente de la marca. Estas máquinas son capaces de conocer todas las operaciones de mantenimiento realizadas realmente al motor, muchas hechas en virtud de los kilómetros. Esto pondría de relieve el fraude. Además, la manipulación del kilometraje puede dar errores en el funcionamiento del vehículo. Por ejemplo, en el sistema del filtro antipartículas.
Pero cuando se ve un coche de segunda mano no hay muchas posibilidades de llevarlo al servicio oficial para el chequeo sin que el vendedor se moleste o ponga peros. Por ello es importante revisar el libro de mantenimiento y las revisiones de ITV . Si han sido llevadas a rajatabla las posibilidades del 'afeitado' electrónico quedaría recortado, aunque sería posible. Saber donde era reparado el vehículo también podría, si tiene a bien facilitarlo, servir para conocer el kilometraje.
Aquí entra también el historial del propietario anterior del coche. Normalmente los mantenimientos se realizan cada 20.000 km o un año. Esto daría a conocer los kilómetros reales por medio de un sencillo cálculo en base a la edad del vehículo. Si tiene menos de los que da la multiplicación habría que tenerse lo peor a no ser que su anterior titular fuese una persona que asegura que no conducía con relativa continuidad. Eso solo se sabe con seguridad si se conoce a esa persona.
Si finalmente uno está encaprichado por el vehículo y no consigue todo lo anterior, hay que fijarse en otros extremos. Para ello sería necesario conocer cómo se 'comporta' ese coche probando otro de la misma antigüedad observando el funcionamiento del embrague, reacción de la frenada o agilidad de la dirección.
También el desgaste de los elementos –volante, palanca de cambio, tapicería o discos de freno- podrían dar una idea aproximada, aunque también podrían haber sido sustituidos. Los elementos de óxido bajo la carrocería o el estado de los amortiguadores serían también testigos relativos, al igual que las correas del alternador.
Ante cualquier duda los concesionarios dan más garantías 'oficiales' que un anuncio de particular. La decisión es al final cuestión de confianza o de dinero, el que va a pagar o el que se prevé gastar en futuras averías.
Noticias relacionadas