Hiroshi Aoyama ya estaba relacionado con el Mundial en los albores del milenio, ya que debutó en el año 2000 con una Honda en la que consiguió ocho puntos en la única carrera que disputó. Pese a todo, le costó asentarse en el campeonato, algo para lo que tuvo que deslumbrar prácticamente en todas las oportunidades que le dieron, especialmente con una soberbia segunda posición en Suzuka. Fueron tres años en los que se limitó a asomar la cabeza por Asia, sufriendo más que disfrutando, pero alcanzando por fin el objetivo que tanto había peleado.
En 2004 Honda le dio la alternativa, y disputó el Mundial entero como compañero de, nada menos, Dani Pedrosa. En su año de debut cumplió con creces, y la exigencia se elevó varios grados. Le pidieron acabar el campeonato posterior entre los cinco primeros, y en 2005 ya fue cuarto para la marca de sus compatriotas.
No fue suficiente, debido a las bien conocidas exigencias de Honda con ‘casi’ todos sus pilotos, y KTM fue su siguiente parada, repitiendo a las puertas del podio en una igualada temporada, dándole a los austriacos sus dos primeras victorias en la categoría.
Aoyama bajó un poco el nivel en sus dos siguientes temporadas con KTM, y se encontró con el punto de inflexión de su carrera, cuando el Team Scot le devolvió a los lomos de una moto alada.
Hiroshi no decepcionó, ganó cuatro carreras, hizo siete podios y se llevó el Mundial, el último del cuarto de litro.
Lejos de defenderlo en Moto2, Aoyama dio el paso a MotoGP, con una Honda, sí, pero la peor de la parrilla. Es más, no tuvo ayudas electrónicas porque se argumentó desde su box que pensaban que sería igual de competitivo y que les ayudaría a entender mejor la moto. El resultado fue una vértebra rota en Reino Unido. En 2011, con menos sobresaltos, los resultados fueron evidentemente mejores, finalizando el Mundial en décima posición y dejando dudas acerca de si la moto no era rápida o si por el contrario era un buen material pero el piloto no había estado a la altura.
Aoyama se marchó a las Superbikes en 2012, cerrando el año de forma muy discreta y con muchas ganas de volver a los prototipos de MotoGP. Lo hace en 2013, pero por la puerta de atrás, a los mandos de una BQR con la que pretende demostrar que a sus 31 años sigue siendo un valor estable.