Héctor Barberá no está hecho para luchar por la tercera línea de parrilla. Y no se acostumbra, a pesar de que lleva tres años en MotoGP comprobando cómo se las gastan los tiburones de la categoría reina del Mundial. Siguen lejos, muy lejos, los extraterrestres Pedrosa y Lorenzo, pero el piloto valenciano cambio de equipo -saltó de Pramac, fichó por Avintia Racing-, para liderar la segunda unidad de la parrilla. Esos hombres que no podrán luchar por la general pero sí por coquetear con los podios carrera tras carrera. Y las sensaciones en pretemporada son buenas.
Este trotamundos del motociclismo compartirá escudería este año, su cuarto en MotoGP, con Hiroshi Aoyama. "Llegamos al Mundial a cuatro décimas de Aprilia", explicó Barberá en la presentación de su equipo el pasado 15 de marzo. Un hueco recuperable, una misión que le da alas después de una última temporada de sinsabores a lomos de la Pramac. Es éste el año del todo o nada para el valenciano de Dos Aguas, con 26 años y once de experiencia en el Mundial, llega en su mejor momento físico y mental.
Hace ya cuatro temporadas que a Barberá le pusieron los cuernos. Fue el día que se proclamó sucbampeón de 250 en su circuito, el Ricardo Tormo de Cheste. No fue su novia, que vibró toda la carrera y dio un gran brinco cuando su chico vio la bandera de cuadros. Inmediatamente, los amigos sustituyeron el casco del piloto por otro del superhéroe preferido del valenciano.
'Barbérix', es decir, Héctor Barberá, disfrutó aquel día más que Obelix devorando un par de jabalíes. Sabía que estaba antesu primer ahora o nunca. El momento de relanzar su carrera, algo en lo que sigue sobre la Avintia Racing.
El primer año en la categoría reina fue para aclimatarse, desembarcar en un mundo de gigantes. En 2011 y 2012 Barberá aspiraba a asentarse en la clase media y, por qué no, luchar por algún podio. 'Barbérix' tiene su poción mágica. Más bien, una montura que puede ser mágica. En la escudería mimarán su talento y ambición con el deseo de rebelarse contra los grandes favoritos.