Si hay un caso difícilmente explicable en parámetros deportivos, es el de Bradley Smith. El de Oxford confirmó en la mitad de temporada que disputaría el campeonato en la categoría reina en 2013, nada menos que como compañero de Cal Crutchlow en Tech3, una Yamaha que puede incluso luchar por podios para un piloto que ha hecho menos méritos que, entre otros, Pol Espargaró, Andrea Iannone, Tomas Luthi o Scott Redding.
El gran mérito en la carrera de Smith es un subcampeonato del mundo en 125 cc en 2009, su gran año a los mandos de una Aprilia.
Sin embargo, le costó sobremanera la adaptación a Moto2, una categoría en la que no ha conseguido ganar en las dos temporadas que ha disputado. En la primera de ellas, en 2011, sí obtuvo buenos resultados, pero alternados con otros decepcionantes. Hizo un segundo y dos terceros puestos, pero no pudo pasar de la séptima posición general final.
2012 fue incluso ‘peor’ (hablando, claro, dentro del nivel de superestrellas de las dos ruedas). El inglés no se acercó al podio con la única excepción de un cuarto puesto en Italia. Fue más regular dentro de los puntos sí, pero a costa de aparecer mucho menos por las posiciones cabeceras. Fue noveno en el Mundial, pese a lo que consiguió el billete para MotoGP.
Ahora Bradley Smith, que nunca ha sido campeón del mundo, tendrá puestas en él todas las miradas, esperando que demuestre el supuesto potencial que atesora, o por el contrario con el cuchillo entre los dientes reclamando otro piloto para una montura tan preciada. No hay que olvidar que llega a la marca francesa para sustituir nada menos que a Andrea Dovizioso, y que tendrá como compañero a Crutchlow, que tiene como objetivo entrar en la lucha por los podios.
Tech3 ha apostado fuerte por su piloto, y sólo los resultados les darán o quitarán la razón. Las carreras acaban poniendo a cada uno en su sitio, y el de Smith no es, al menos de momento, el que le correspondería.