Rins, Salom y Viñales. Se altera el orden, se intercambian las posiciones, pero siempre son los tres que acaban jugándose en solitario los podios, y Sachsenring no fue una excepción. En esta ocasión el triunfo fue para el primero de ellos, que en una espectacular última vuelta detuvo el tirón del líder del Mundial y lo rebasó en un gran adelantamiento. La carrera siguió el patrón habitual, aunque con menos invitados en cabeza de los que se esperaba dadas las características del circuito alemán.
Rins avisó de que tiraría desde el principio, y fue fiel a su palabra. Por detrás, Salom pedía calma y que quien pudiera se fuera a su rueda. Viñales no paró de boicotearlo, pero porque también tenía ritmo. Junto a ellos un Miller que para tener la Honda tan delante tenía que disputar todas las vueltas como si fueran la última, hasta que terminó por ceder. Con los tres jinetes en solitario y a tres giros del final, Salom demostró una gran fortaleza. De un solo hachazo el de Red Bull, tercero, se quitó de encima a Rins y Viñales, y en apenas medio circuito ya había abierto un hueco de medio segundo. Rins no se rindió, sabedor de que un nuevo triunfo de Salom habría sido el cuarto consecutivo y un golpe definitivo para su moral. Se fue a por él con Viñales enganchado y los tres llegaron juntos a los últimos metros. Ahí fue Rins quien se lanzó al hueco, al límite, olvidando su supuesta ‘timidez’ en este tipo de lances para ganar el gran premio.