Scott Redding lo tenía todo dispuesto para la fiesta total. Se vistió para la ocasión (con un chásis especial con los colores de la bandera de Reino Unido) y se lanzó de forma inmisericorde a por la victoria. Al principio, todo sonreía al inglés, que se marchaba al mismo tiempo que Pol Espargaró se quedaba cortado y se enfangaba con hombres como Corsi en la lucha por una decepcionante décima plaza que acabó siendo octava. Por delante, Luthi y Nakagami intentaban aguantar el ritmo del líder, que no conseguía terminar de descolgar a sus rivales, a los que Tito Rabat quería unirse realizando una carrera en negativo.
Las victorias nunca son fáciles, y menos aun en una categoría como Moto2, donde importa tanto el desarrollo y el pilotaje como la forma de conservar los neumáticos. La fórmula no es un secreto, pero sí cómo llevarla a cabo.
Redding fue alcanzado por Nakagami, que a su vez había adelantado a Luthi. El japonés había estado agazapado y se lanzó a por el triunfo con un pilotaje excelso. Pero era el día de Redding, que estuvo muy listo, aguantó a su rueda y a cuatro del final volvió a asestarle un hachazo al Mundial. Nakagami y Luthi luchaba por la segunda plaza, y por evitar que Rabat se metiera en la pelea, mientras que el líder del Mundial abría un agujero insalvable en Silverstone, complicado de contener en el Mundial.
Pol, que se quejó de falta de 'grip', tuvo que conformarse con lograr un buen puñado de puntos y seguir soñando en una categoría, la única, en la que la bandera española se está acostumbrando a no subirse al cajón
